Oldboy, crítica

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Oldboy
El tiempo es algo relativo
Por Erick Estrada
Cinegarage

En 1993, que es donde Spike Lee recoge la violenta fábula de Chan wook-Park, el tiempo es algo relativo. Diez años después de que la húmeda en sangre película del coreano ultraviolento tomó lugar, Lee rescata la historia y la traslada a nuestros días.

El prisionero en que súbitamente se convierte Josh Brolin actúa en la misma línea que el de Chan woo-Park pero 10 años exactos más tarde: no sabe por qué se le mantiene en cautiverio, no sabe por cuánto tiempo, no sabe de quién fue la idea y por supuesto no conoce la razón. En la pequeña televisión de su cuarto se entera que su esposa y su hija han sido asesinadas y cuando 10 años después es liberado con la misma facilidad con que fue enclaustrado, emprende un viaje de venganza que es una especie de búsqueda de explicaciones disfrazadas de sangre en las paredes.

Viéndola con tranquilidad no hay ningún problema real con la película de Spike Lee. Ante el desmembramiento literal y espiritual de la anticoagulante propuesta de Chan wook-Park, Lee responde con algo más de estética y refinamiento del encuadre, con coreografías que hacen de la ola de violencia y rabia algo más parecido a un performance de La fura del Baus que lo que quienes conozcan al primer Oldboy tienen plasmado en la memoria: una lluvia inmisericorde de descontrol y vísceras volando hacia los inconsolables espectadores, solamente protegidos por ese filtro entre fantasmagoría y mundo real que es la pantalla del cine.

Chan wook-Park quería provocar la nausea, llevarla al extremo como los crucificados en la era romana: su película era la prueba de la muerte de la humanidad a través de sus propios instrumentos, la caída del mundo en EL hoyo negro, la desesperanza que rimaba con venganza por tener el mismo origen, nosotros.

Spike Lee no busca esa agresión y nos desconcierta al focalizar ese rojo pesimismo en la civilización americana. La aventura de su desorientado personaje es la de la cultura de Estados Unidos, derrotada tantas veces sin haberse dado cuenta. Los discursos de esa tele que ya le anució la muerte de su esposa y de su hija le hablan de la deformación de hechos por medios que deberían narrar algo más cercano a la verdad, el derrumbe del sistema, el cambio desconcertante, el rompimiento con todo pasado reconocible.

Por ello, antes de desangrar a sus adversarios (y nunca en el espíritu caótico-pagano de Chan wook-Park), el personaje de Lee usa la tecnología a su alcance, separándose cada vez más del pasado que dejó cuando lo encerraron y entrando a cada segundo a un mundo que no domina sino que lo domina a él. Su venganza es flaca cuando, como muchos, se adentra en la nube, cuando rastrea electrónicamente, cuando la tecnología le sirve sólo para dar pasos pequeños. Es en fondo la muerte del héroe americano.

Por esto Lee estiliza sus peleas en un intento de darles soporte, muy al estilo Tarantino pero buscando una intelectualización que por lo menos en esta historia sabe a demasiado. Por eso los planos secuencia a lo Scorsese que, al narrar las aventuras de un héroe vengativo pero sin brújula, no completan la misión de capturarlo y darle sentido extra a la explicación que él mismo busca. Por eso ese parecido al Se7en (EUA, 1995) de David Fincher, otro experto en narrar la desventura humana con historias como ésta.

En 2003, ese héroe conflictuado buscaba una respuesta, pero la idea de la película que registraba todo era comunicarnos la caída de la esperanza, la pérdida de humano a manos de los humanos. La violencia estaba destinada a disgustarnos, no a deslumbrarnos. La razón de esa violencia era llevarnos a terrenos incómodos y oscuros, no a demostrar que hay seres humanos despiadados. Chan wook-Park narraba una historia inexplicable para que supiéramos que somos una especie sin salida, encerrada en una habitación que parece de hotel.

Spike Lee quiere darle a esa historia el mínimo sentido necesario y eso origina que centralice el discurso en la muerte de la cultura americana que tan bien conoce pero que ya nunca será la misma. Hay más miedo que desilusión.

Hizo, digamos, una destilación de más. Ahí es donde el cierre de ambas películas, siendo el mismo y pudiendo haber jugado con el elemento de “la década posterior”, cambia por completo. De la entrada a la náusea eterna a la casi compasión por un hombre que cometió los errores necesarios para convertirse en Oldboy 2013.

Oldboy
(EUA, 2013)
Dirige: Spike Lee
Actúan: Josh Brolin, Samuel L. Jackson, Elizabeth Olsen, Sharito Copley
Guión: Mark Protosevich
Fotografía: Sean Bobbitt
Duración: 104 min.

Comments (6)

  1. ” Lee rescata la historia y la traslada a nuestros días.” Discrepo, pues la versión de Chan wook-Park no necesitaba ser “rescatada”. Además alguna vez leí, de los mejores criticos de cine que han existido, de Roger Ebert que cada film se debe ver como un ente independiente y criticarlo así. Como película, este Oldboy es una marioneta a la americana, nada más que eso; mientras Chan wook-Park logró decir más en menos y con menos.

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  2. Ya hace mucho que te perdimos Erick, extraño el viejo cinegarage, las videocríticas, algunas con otros colaboradores, obvio al buen Joaquín y no por que no me gusta leer, entiendo que al escribir le puedes dedicar el tiempo que necesitas para expresarte mejor sin que se te escape algún detalle que al hacer tu reseña por video. Pero por alguna razón cuando haces videocríticas no eres tan ambiguo aunque solo arrojes datos, referencias y no menciones si te gusto o no. Incluye una sección de ensayos y una de videocríticas.

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  3. Concuerdo contigo en muchos puntos, me quedo con la desgarradora y visceral versión original.

    *Sólo como observación en la versión de Spike Lee, en la tele nunca hablan de la muerte de su ex esposa e hija… Sólo de la ex y su deseo es salir de ahí para recuperar a su hija… en un principio.

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