Distrital 2014. El sonido de Bélgica, crítica

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El sonido de Bélgica
De allá son los DJs
Por Erick Estrada
Cinegarage

“Hay que estar de fiesta hasta que se terminen el dinero y la bebida” es una de las frases que dan la bienvenida a este más que jovial documental sobre ese sonido que hoy, por lo menos en Bélgica, podrían llamar el sonido nacional.

Una de las primeras frases que en los 90 se soltaban en las fiestas electrónicas en España era que todos los DJs eran belgas y hasta antes de ver este documental uno habría pensado que eso se decía por no llamarles raros o extravagantes.

Resulta que no.

“Hay que estar de fiesta hasta que se terminen el dinero y la bebida” es la bienvenida a una exploración sonora, a un viaje a las entrañas de tarjetas de cartón perforadas a manera de primer sistema de programación en Bélgica, que luego se transformaron en órganos que emulaban una orquesta completa, para después convertirse en gigantescos sintetizadores que, eventualmente, le dieron a la salvaje fiesta belga un sonido propio en el más estricto sentido de la palabra.

Si bien no tenemos un documental visualmente muy imaginativo (las “cabezas parlantes” son la vía que utiliza sin recato), el tema, su peculiaridad y extravagancia hacen de esta exploración algo refrescante, extremadamente ágil y muy divertido, eso sí, sin descuidar la profundidad de la investigación (aparecen un par de joyas musicales relamente invaluables) sino jugando con ella a través del montaje, muy poco líneal si se pone la suficiente atención.

Así, desde coincidencias extravagantes como el hecho de que el inventor de la baquelita, precursora del vinil que después se glorificó con la cultura del DJ, es invento de un belga y que ese invento puede considerarse el nacimiento de esa cultura, hasta ver cómo existen países, como Bélgica, en los que hay tiendas dedicadas exclusivamente a la vida nocturna y su música, El sonido de Bélgica consigue un pequeño ritmo intensivo pero terso, muy amigable incluso para quienes están completamente desarraigados del tema de la música electronica en general… y la de Blegica en particular.

Por si eso fuera poco, pequeñas reflexiones sociológicas (como el encontronazo de la fiesta belga con el punk), la brecha entre el futurismo de su electrónica y la negación del futuro del punk, el tránsito al fin de siglo, consiguen armar lo que muchos documentales (con peores, mucho peores intenciones) intentan con más premeditación pero no consiguen al final: un estupendo retrato humano y social que en caso de ser invadidos por extraterrestres representarían un documento invaluable. Así fuimos, así somos y así seremos.

No se van a arrepentir, especialmente porque por lo menos en la película, el dinero y la bebida no se terminan.

El sonido de Bélgica
(Bélgica, 2012)
Dirige: Jozef Deville
Con: John Flanders
Guión: Jozef Deville, Pablo Eekman
Fotografía: Jozef Deville
Duración: 85 min.

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