Sólo dios perdona, crítica

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Sólo dios perdona
La psicomagia y el psychothriller
Por Erick Estrada
Cinegarage

En cuanto comienza Sólo dios perdona surge de este lado de la pantalla la sensación de que lo que vemos cuenta con una sordidez premeditada, casi coreografiada, en la que cada uno de los elementos del encuadre sigue un diagrama incómodamente visible. La manipulación extrema del encuadre que a veces nos lleva a la angustiante simetría de Kubrick y otras a los duelos cromáticos de la gran El cocinero, el ladrón, su esposa y su amante (Reino Unido-Francia, 1989) de Peter Greenaway es a pesar de ello la causa de que los adornos se noten más. Contradicciones de la lectura de manos, de la sanación ultra conciente que a veces provoca la psicomagia.

Sólo dios persona, probablemente desde el título, debió anunciarnos que se trataba de una cinta auto expiatoria pues, si no lo es, parece serlo una vez que en retrospectiva se reconstruye la sensación de sordidez premeditada sabiendo que la película está dedicada (de nuevo) a Alejandro Jodorowsky. ¿Ello está mal? Como siempre que se habla de Jodorowsky, no… pero sí.

Al enfrentar a esta película de Nicolas Winding Refn con la probablemente menos psicótica Drive (EUA, 2011) aparece una sensación de pérdida irreparable. A pesar del cierto encanto hipnótico en esta historia de asesinatos, manías y venganzas, de ángeles del exterminio y de hombres castrados de los brazos, la raquítica anécdota en combinación con la ambiciosa composición visual resultan en un sabor de artificialidad difícil de desterrar.

En la serie de persecusiones violentamente fantasiosas (y cargadas de testosterona, eso sí) aparecen de repente ideas extrañas desde la casi estática coreografía que Winding Refn impone a sus actores. ¿Vemos la historia de un hombre tan poderoso que nada se mueve cuando él aparece? ¿Es la narración autobiográfca de un hijo en venganza tácita hacia su madre? ¿Es la muerte del mal? ¿La recomposición de la familia?

Desgraciadamente todas las respuestas son posibles pues la película se aparta tan premeditamente de la acción que se construyó en Drive y se acerca tan concientemente a las figuras y las sanaciones de la psicomagia que desde ahí y hasta el psychothriller (hay sangre, mutilzaciones, heridas expuestas) parece ser que todo vale.

De manera más clara: Winding Refn impone de tal forma el discurso casi mágico de la lectura de cartas (cada personaje podría ser una) que su cine de acción niega a Tarantino en secuencias de torturas que parecen calcadas de aquél pero maquilladas estilo El topo (México, 1970). La momificación de ese cine de acción negra se llena de colores y lo que en Drive eran tiempos largos de tensión, aquí son desplantes de un estilo que tiraniza el encuadre negando casi toda actividad en él. Al pensar en lo tirano que era Kubrick con lo que se veía en su pantalla y enfrentándolo a las sentencias que lanzan aquí los personajes, los fines de Winding Refn resultan contradictorios e incluso banales, como si decidiera de repente pelear a puño limpio con un dios omnipotente.

El héroe trágico que Gosling elaboraba en Drive se convierte aquí en uno contrariado por su madre y que termina prácticamente escapando de su destino. Allá todo sabía a Scorsese a toda velocidad y a caballeros urbanos, aquí la narración se atora en sus propios clichés.

Eso sí. Quienes se acomoden del lado de la psicomagia y los significados de ideas, razones, imágenes y colores de la cosmogonía alimentada por las figuras de Jodorowsky, es probable que encuentren un divertimento monumental al saltar a las turbias aguas de este psychothriller.

Sólo dios perdona
(Only God Forgives, Francia-Dinamarca-Tahilandia-EUA-Suecia, 2013)
Dirige: Nicolas Winding Refn
Actúan: Ryan Gosling, Kristin Scott Thomas, Tom Burke, Yayaying
Guión: Nicolas Winding Refn
Fotografía: Larry Smith
Duración: 89 min.

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