Murió Gustavo García

Murió Gustavo Garcia
Por Erick Estrada

Hemos perdido a un gran amigo. Hemos perdido a un maestro inigualable. Gustavo García falleció la mañana de este jueves 7 de noviembre después de una convalecencia demasiado cruel para cualquiera pero especialmente para él, siempre lleno de energía y vida. Hemos perdido a una de las brújulas del quehacer periodístico y de la vida cultural del país. Estamos perdiendo el rumbo.

Conocí a Gustavo García cuando escogí su clase de Historia del Cine en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, cuarto semestre de la carrera de Comunicación. Había gente sentada en el suelo y en los pasillos, todos ansiosos por escucharlo. Esa primera charla cambió mi vida.

Con el tiempo nos hicimos amigos y las conversaciones en los salones de clase pasaron a ser divertidas discusiones en reuniones que se convertían en fiestas y en comidas que se transformaban en tertulias. De él siempre he querido aprender la visión crítica, la fundamentación de las ideas. Siempre admiré su sentido del humor, hiriente para muchos, fino desde mi punto de vista.

Podría decir que fue rebelde por naturaleza. Inició la revista “Intolerancia” por su enorme amor al cine pero también para no orilarse y convertir su independencia en algo que nadie quiere imaginar. El nombre de la revista habla de todo eso, de su pasión por el cine pero también del enfoque que quien la dirigía, él. En la presentación de su primer número vi a un hombre enamorado del lenguaje del cine soltar un par de sollozos y otro tanto de lágrimas ante la materialización de un proyecto y ante la prueba de que se puede hacer lo que se quiere.

Su amor por el ensayo cinematográfico me hizo escribir más de lo que en la escuela me pedían, solamente para que él me hiciera pedazos al leerme. “No le temas a los textos largos” me dijo más de una vez cuando en la revista Cinemanía me “amenazaban” por la longitud de mis reseñas. Cuando edité la revista 24xSegundo repitió la sentencia y siempre la recibí como una orden en bien del intercambio de ideas.

Su trabajo como historiador, periodista, cronista, crítico de cine es más que reconocida. Los libros están ahí como prueba de su lucidez (“La década perdida”, “El cine mexicano de los cincuenta”, “No me parezco a nadie”, “La vida de Pedro Infante”). Las memorias de todos aquellos a los que nos dio clases (Historia del Cine, Taller de Guión Cinematográfico, Sociologia del Cine, Cine y Literatura, Literatura Mexicana) quedarán como prueba de su agudeza, de su tino, de su casi necesidad por generar personas críticas e ilustradas, intensas y pensantes. Con la gran mayoría de esos estudiantes lo consiguió. Yo continúo en el proceso y me falta mucho para alcanzarlo.

Esta pequeña carta quedará como prueba de mi admiración hacia alguien que amaba al periodismo y al cine en niveles que pocas veces he visto; hacia un profesor que nunca dejó de serlo, ni en esas discusiones en reuniones que se convertían en fiestas, ni en las comidas que se transformaban en tertulias, ni a las pláticas a las que siempre buscando su punto de vista lo invité a dar siempre que él podía.

Recordaré su insistencia para que yo tampoco me orillara y para que mantuviera los colmillos afilados no para destrozar sin piedad ni razón, sino para degustar cada trozo de emoción que una película pudiera entregar igual que los malos bocados.

Actitud crítica, siempre actitud crítica. Un abrazo a mi maestro.