Fecha de caducidad, crítica. Película de la semana

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Fecha de caducidad
La muerte a carcajadas
Por Erick Estrada
Cinegarage

“Si quiere venga la semana que entra. Seguro nos llegan más muertitos” le suelta un desparpajado empleado de la oficina forense a una mujer adulta, ya muy entrada en años, que busca al machista y abusador hijo que se le perdió por un juego de macabras coincidencias. En la cabeza de un narrador pretencioso y descuidado, esa frase -que se escucha cerca del comienzo de la película- habría servido para introducirnos a un mundo envilecido, en el que todos somos perdedores o bizcos y en donde no habrá sino planos visualmente crueles. En lugar de eso, Kenya Márquez se da la libertad de usar el humor negro urbano que a veces se extraña tanto -especialmente ahora que los directores se toman muy en serio y encima de ello dotan de solemnidad a sus películas- para trazar un micro mapa de este país.

La frase en cuestión es una de las varias llaves que Kenya Márquez usa para abrir los rostros de personajes que, en circunstancias casi surrealistas, muy cercanas al thriller policiaco que muy poco se experimenta ahora en el cine mexicano, quedarán enredados en un aparente amasijo sin pies ni cabeza (y tanto pies como cabeza juegan aquí un papel crucial).

Cabeza, efectivamente, le falta al cadáver del hijo psicológicamente maltratador de esa madre sumisa casi por convicción; cabeza le falta a un país que, en violencias menos coloridas, no ve rumbo ni quien quiera fijarlo; cabeza le falta a tantas víctimas reales en un momento en que este país pelea consigo mismo sin que nadie quiera dar luces o vislumbrar una reconciliación; cabeza le falta a muchas familias mexicanas divididas por migrar a Estados Unidos para ganar el dinero que este país sin líder les niega Pero cabeza no le falta a Márquez para que buscando una, sus personajes estilo “¡Alarma!” tejan un magnífico tapete de bromas alrededor de La Muerte que, entre carcajadas, se asomará a la casa de cada uno de ellos.

La madre (Ana Ofelia Murguía, grande), obsesiva y encerrada más en sus pensamientos que en su casa. El otro empleado de la morgue (Damián Alcázar inspirado), vasija de muy negras fantasías y de violentos modos escondidos en un traje que de tan escandaloso se vuelve cotidiano. La chica con conciencia retorcida (Marisol Centeno) que escapa no sabe de qué y termina acomodando un colchón encima de este tapete de negras intenciones y motivos moribundos, sólo para sentarse en él y tratar de sacar ventaja antes de que su pasado la traicione.

Misterio tras misterio, pasillos de luces mortesinas y de esperanzas cortas, anuncios escandalosos y cuerpos que se diluyen en ácido. Leyes que no alcanzan y trenes subterráneos vacíos, la carne que se descompone amenazando convertirse en alarma, una real, no la revista. De nuevo todos son elementos que en alguien con pretenciones más egoístas habría resultado en una queja y no una reflexión. En la comedia negra de Kenya Márquez son elementos indispensables de la historia y a la vez pequeños paisajes de un país que vive así y que así se ve. La muerte vuelve a asomarse para acompañarnos como acompaña nuestros pensamientos en los mejores momentos de Macario (México, 1960) y de El esqueleto de la señora Morales (México, 1960); para consentirnos hasta que durmamos como violentamente consentía a sus personajes en Ensayo de un crímen (México, 1955), para reírse y hacernos reír… por no llorar.

Viéndola así, Fecha de caducidad es una película más que oportuna en el calendario mexicano a pesar de que se estrena más de un año después de haber sido terminada. Viéndola desde otra perspectiva es simplemente una comedia macabra, intrépida e incómoda… y todas son cualidades, grandes cualidades.

Fecha de caducidad
(México, 2011)
Dirige: Kenya Marquez
Actúan: Damián Alcázar, Marisol Centeno, Ana Ofelia Murguía, Lalo España
Guión: Kenya Marquez, Alfonso Suárez
Fotografía: Javier Morón
Duración: 111 min.

Comments (2)

  1. Oiga, que me encanta que saque a flote aquel subterráneo con 3 estaciones (las referencias cinematográficas).

    Y un puñito al cielo agitándose tembloroso: ¡Prolongada vida de anaquel! a Fecha de caducidad.

    Abrazos de los buenos 😉

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