No quiero dormir sola, crítica. Película de la semana

2

No quiero dormir sola
Dolores
Por Erick Estrada
Cinegarage

No quiero dormir sola es una película que tardó muchísimo en llegar a las pantallas mexicanas. No solamente porque después de haber sido declarada Mejor Largometraje en el pasado Festiva Internacional de Cine de Morelia tardó 8 meses más en ser estrenada comercialmente, sino porque antes de su presentación llevaba ya un buen tiempo en post producción. Sin embargo se agradece profundamente que los cineastas se tomen su tiempo (a veces es de manera forzada pero creo que debe hacerse) para completar su plan sin sacrificar el espíritu del mismo.

No quiero dormir sola es justo eso, la narración a tiempo de los días obligados de dos mujeres solitarias -cada una a su manera- que casi por casualidad (una de las cualidades de la cinta) pertenecen a la misma familia: son abuela y nieta. Se trata de días obligados pues muy pronto se revela que a pesar de llevar la misma sangre las dos mujeres no se conocen en absoluto.

En un estudio de su vida diaria, trastocada por la durísima enfermedad de la abuela (la razón por la que no “conoce” a su nieta), Natalia Beristáin despliega a cuadro casi todas las emociones que en una circunstancia tan oscura como ésta pueden surgir. Sin embargo la propia Beristáin opta por dar movimiento y luz  a sus encuadres pero no a manera de escape, sino con la intención de que el interior de los personajes se acomode en el exterior que es intenso, duro, decadente y doloroso. Ese acomodo es la película. Ese dolor es el que se sublima en el nombre de la abuela: Dolores.

En viajes a la luz y a las sombras de estos días obligados, Natalia Beristáin deja que ese desconocimiento se transforme en algo más, jugando con la memoria fracturada de la abuela y con la inquieta personalidad de una nieta que escapa de su soledad acercándose, finalmente, al miembro al que la familia ya ha abandonado.

El tiempo, el montaje, actuaciones valientes y trabajadas, hacen de la película una experiencia distinta (o por lo menos poco común en el cine mexicano contemporáneo); una suma de partes que narra y señala, que marca culpables y llama no sólo a la reflexión sobre su tema, sino a que el espectador abra los márgenes y se deje meter a este mundo íntimo y dolorosamente universal.

El lenguaje del cine tiene un poder gigantesco y es bueno, muy bueno, sentir ese poder en una película que se guarda para dejarse buscar. La recompensa al encontrarla, créanme, es enorme.

No quiero dormir sola
(México, 2012)
Dirige: Natalia Beristáin
Actúan: Adriana Roel, Mariana Gajá, Arturo Beristáin, Eduardo Ortizgris
Guión: Gabriela Vidal, Natalia Beristáin
Fotografía: Daniela Ludlow
Duración: 83 min.

Comments (2)

  1. Diego H. Izquierdo · Edit

    “Se trata de días obligados pues muy pronto se REBELA que a pesar de llevar la misma sangre las dos mujeres no se conocen en absoluto.” ¿Nunca viste Rebelde? Revelas algo… te vuelves rebelde ante algo.

    Reply

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *