Simone Biles. Como hacendados explotando campesinos. Por Erick Estrada.

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Simone Biles
Como hacendados explotando campesinos
Por Erick Estrada
Cinegarage

La gimnasta Simon Biles renunció a la presión que sobre ella se ha ejecutado por ser estrella de la gimnasia mundial. La tenista Naomi Osaka fue atacada por su descalificación en los mismos Juegos Olímpicos de los que se separó Biles pues se demandaba de ella no menos que una medalla de oro. Un día después confirmamos la ira y el tamaño del lente bajo el que se coloca a este tipo de figuras: el equipo de softball que representó a México en los Juegos Olímpicos de 2021 fue objeto de indignación poco informada, visceral y patriotera como respuesta ante la decisión de algunas chicas de abandonar en Tokio el uniforme del equipo.

En el siglo XXI la demanda de quienes vemos está en todos lados. Adiestrados por la mecánica de los tiempos consumimos vorazmente. Cuando una película es exitosa (y cuando reúne el capital necesario para autojustificarse) la audiencia pide una secuela, dos, tres, cada vez más grande cada vez más golpeadora. El llamado Universo Cinematográfico Marvel se replica y dota de esteroides audiovisuales sacrificando hilos argumentales, principios de física básicos, sustancia, en busca de la aprobación de su fan base encerrada en un peligroso círculo vicioso de consumo.

Ocurre lo mismo con las series de televisión. Para las audiencias actuales (generalizo) es inadmisible aceptar el discurso de una serie de televisión en una temporada. Se pide siempre otra, y otra, más grande. Tras el elegante éxito de una serie como Dark, la demanda de los focus groups impulsó una segunda temporada que entró a fuerza al campo de la primera traicionando sus propios arcos dramáticos y en consecuencia desilusionando a los fans que habían provocado la extensión de la historia.

Al alcanzar un nivel de élite en deportes muchas veces negados a ciertos círculos sociales (como ocurre con la gimnasia y los afroamericanos) una atleta como Simone Biles acapara el foco de televisoras, de espectadores que al demandar entretenimiento a priori quieren de gente como ella otra marca, otra medalla, otro campeonato. Las marcas, que pocas veces se ocupan de crear atletas pero sí de colocarse a su lado para vender imagen con sus triunfos, aportan millones de dólares a cambio de récords, de medallas, de participaciones sonrientes y de buen modo en entrevistas, ruedas de prensa, reportajes.

Y nosotros como consumidores acríticos del deporte pedimos más y que ese más no deje de entretenernos. Nos ponemos del lado de la marca. Que Biles salga y lo haga bien o le exijo mi boleto de regreso. Ganó cuatro medallas de oro en Río, quiero que gane cinco en Tokio. Que Phelps rompa otro récord o lo tacho de perdedor. Que las gimnastas no envejezcan, que los deportistas no engorden, que ninguno se quede calvo, que ninguno se deprima, que siempre me sonrían desde la tele, el periódico, la pantalla, el teléfono, desde los anuncios comerciales (hay que contar cuántos hizo Aaron Rodgers hace dos años antes de pensar en un retiro que estuvo latente hasta esta temporada).

Que los actores no se arruguen. Que Tarantino siempre haga películas como Pulp Fiction. Que Guillermo del Toro siempre haga películas como Cronos. Que qué vieja se ve fulana. Qué acabado sutano. La gimnasta mexicana Alexa Moreno tuvo que callar bocas antes de los Juegos en Tokio y dudo que eso haya disminuido la presión pública sobre su desempeño.

Hemos perdido tantas sutilezas por la manera como consumimos que hemos perdido incluso el gusto por consumir. Siempre se quiere de todo en todos lados. El hueco se ve como debilidad y no como oportunidad. Emir Kusturica ha tenido que declarar que sus películas son una mierda ante la insistencia mundial de una nueva historia al “estilo Kusturica”.

Biles identificó su punto débil en un momento de iluminación que ocurrió, cosas crueles del destino, a la mitad de unos Juegos Olímpicos. Demostrando espíritu deportivo puro (y no falta de voluntad) decidió hacerse a un lado por el bien de su equipo (que al final ganó la medalla de plata) antes que seguir y abrir la posibilidad de un fallo mayor para ella y sus compañeras (que también le habría acarreado críticas interminables). El trabajo en equipo es uno de los puntos culminantes del deporte. Ella lo está haciendo.

“La presión es ineludible en la alta competencia” escribió León Krauze para recriminarle el valor de rebelarse ante un sistema de consumo y práctica deportiva que no sólo exprime al máximo al deportista despojándolo de espíritu (aunque Simone lo conservó hasta el final) y para confirmar que, efectivamente, el consumo y la manera como lo ejercitamos demanda el sacrificio de aquel “a quien se le paga” de aquél “que nos representa”, de aquel “que compite” porque “para eso compìte”. Y además le pide que vuelva, cito, “para ganar varias medallas individuales en lo que resta de los Juegos”. Como si fuésemos hacendados explotando campesinos.

¿No deberíamos re entender la idea de la competición? La tecnología del deporte está diseñada para la satisfacción de televisoras y marcas que tendrán atletas bajo control, objetos de venta en todos sus aspectos. Esa tecnología se desarrolla para romper récords y no para explotar saludablemente al cuerpo del deportista. De lo contrario sería aplicada masivamente al deporte amateur. De la salud mental ni hablemos.

El mundo, el sistema consumista extremo, el capitalismo desatado que nos rodea cada vez más y de forma invisible, quiere, busca y perpetra el sacrificio extremo de artistas, deportistas de élite, figuras públicas que en un mundo ya despojado de bloques compiten para la satisfacción voraz de marcas, audiencias, de masas en engranaje caníbal.

Eso es presión. Y es presión extra a la de la competición, la de hoy que se suma a la de la semana entrante. Cada vez más los nadadores compiten todo el año en pruebas diseñadas para el lucimiento en la televisión. Perder ahí los pone bajo la lupa y desde entonces se señala en ellos decadencia, abandono. Después de ello el sistema busca capturar a una nueva figura (como ocurrió ya en el caso Biles).

Ese olvido al final de la línea de consumo también es presión. Y la mente reacciona ante ello.

En estos Juegos Simone Biles decidió romper esa línea. Naomi Osaka abandonó el Abierto de Francia (y aun así fue la elegida para encender el pebetero de Tokio 2021, ¿no debió ser eso una señal?). Futbolistas de categoría mundial han caído fatigados “inexplicablemente” en campos de juego desde hace años. Junior Seau se suicidó y todo parece indicar que las lesiones tras años de jugar football terminaron por cobrar la factura. Recordemos que Michael Jordan se retiró tras la muerte de su padre y a la fecha hay quien le recrimina ese periodo en su carrera.

La exigencia (y en muchísimos casos abusos psicológicos y sexuales) de entrenadores y equipos técnicos enganchados y protegidos por el sistema no hacen sino confirmar y agravar todo.

¿Por qué las televisoras y las marcas normalmente pierden el ojo ante nuevos deportistas, hombres y mujeres y demandan más a quienes ya han fichado? ¿Por qué han ignorado en estos Juegos a Katinka Hosszú, atrapada entre un divorcio y depresión personal, a pesar de que aunque ya no gane medallas es una delicia ver su técnica en la piscina? Porque el sistema funciona así: explota y no busca el florecimiento ni el seguimiento. Ese es trabajo de alguien más y ese alguien más suelen ser los atletas, sus familias, sus amigos y su propio espíritu deportivo.

Obligado a sonreír permanentemente, a entretener hasta en sus ratos libres, presa de una enfermedad que no pudo controlar Robin Williams se suicidó en 2014. ¿Qué ocurrió con Philip Seymour Hoffman? ¿Con Judy Garland? ¿Con Tony Scott? ¿Con Heath Ledger? ¿Qué ocurrirá con los deportistas que por sistema “deben soportar la presión”? ¿A qué los presionamos? ¿Por qué los presionamos?

¿El éxito es ser la mejor siempre en todos lados pase lo que pase? No. Esa es una de las señales de decadencia de nuestros tiempos.

“Cuantas más medallas tienes al regresar, más pesada es la mochila” dijo Nadia Comaneci (que sobre el tema puede hablar largo) pensando en Simone Biles y lo ocurrido en Tokio 2021.

Para revisar el tema desde el cine sugiero ver estas películas:

Yo Tonya
Disponible en Cinépolis Klic, Google Play Movies y Claro Video

Athlete A
Gimnasta A: el médico depredador
Disponible en Netlfix

Foxcatcher
Discponible en Cinépolis Klic, Claro Video, Apple TV, Microsoft Store y Amazon Video

Broken Trust
Disponible para efectos educativos aquí: https://www.brokentrustfilm.com/

Concussion: la verdad oculta
Disponible en Netflix, Microsoft Store, Claro Video, Cinépolis Klic, Apple TV

Naomi Osaka
Disponible en Netflix

Judy
Dirige: Rupert Goold

Toro Salvaje
Disponible en Apple TV y Google Play Movies

Luchando con mi familia
Disponible en Apple TV y Microsoft Store

Ícaro
Disponible en Netflix

The Scheme
Disponible en HBO Max y HBO Go

El escándalo del Dr. Nassar
Disponible en HBO Max y HBO Go

Puerta 7
Disponible en Netflix

Paterno
Disponible en HBO Max y HBO Go

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