Soul, crítica.

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Soul
Dudar es un verbo
Por Erick Estrada
Cinegarage

Resulta simbólico que dos películas surgidas de los estudios Pixar se hayan convertido en las puertas de un año convulso y cruel. Cuando en febrero la pandemia atacaba con furia a Europa central el Festival Internacional de Cine de Berlín abría su edición 70 con la proyección de Onward, un amable recordatorio de lo valioso de nuestras diferencias. Hoy, con las primeras dosis de la vacuna que ayudará a restar violencia a la misma pandemia Pixar entrega Soul que en medio del llamado a revalorar matices en todos los aspectos de nuestras vidas (que amenazan con volver a activarse como si nada hubiese ocurrido) es tanto un bálsamo en medio de polarizaciones que se creían superadas como un botón de reinicio para lo que se puede o se podrá hacer una vez que las puertas de nuestras casas vuelvan a abrirse.

No es un discurso empapado en optimismo y frases de autoayuda. Eso habría sido un camino muy fácil de recorrer y quien vea eso en Soul se quedará en una superficie que la película quiere que abandonemos. Se trata de una comedia existencialista que entrega muchos más espacios desapegados de religiones, corrientes psicológicas, ideales y metas de vida (hoy tan fuera de lugar) para dejar que su atmósfera se manifieste a través de nuestras propias experiencias.

Comedia existencialista. En el cuerpo de Soul caben tanto las punzantes comedias de Woody Allen como las descabelladas ideas del Monty Python más rabioso o las de los momentos más naif del Godard de Bande á part (Francia, 1964). Están también los ingredientes exitosos del micro universo Pixar: la personalidad dividida de Ratatouille (EUA, 2007), la lucha del encuentro personal “a pesar” de la familia de Coco (EUA, 2017), la exploración introspectiva de Intensa-Mente (EUA, 2015), el descubrimiento del futuro a partir del punto cero de WALL-E (EUA, 2008). Pero nada sobra. Los ingredientes se dejan ver pero no son obvios. Ello se debe a la idea central del discurso de Pete Docter, Mike Jones y Kemp Powers, autores del guion: olvidemos las metas absolutas, abandonemos la búsqueda de UN objetivo vital.

Joe, un músico en aparente desgracia profesional vive la dificultad de realizar el sueño de convertirse en músico de jazz. Algunas luces iluminan su camino, como la estudiante talentosa en la banda escolar. Pero las sombras le impiden ver el resto del panorama.

Es a partir de su propia muerte que Joe (estupendo trabajo de Jamie Foxx) se dará cuenta de las grietas que ha abierto en su vida. Lo hace al encontrarse cuánticamente con un alma que al contrario de él no quiere experimentar la vida material y prefiere mantenerse en estado incorpóreo (¿no nacer para no morir?). Ella carente de nombre (y no) es 22, un alma vieja renuente a experimentar la vida dentro de un cuerpo.

Joe persigue la vida en búsqueda de la realización del sueño que, paradójicamente terminaría con ella: convertirse en músico de jazz. 22 escapa de la vida desacreditando tercamente lo material, lo corpóreo, lo bestial de estar carnalmente vivo. Joe es a veces el Yo y 22 juega el contrapeso del Super Yo. Joe es a veces quien elabora el plan de regreso a su cuerpo y 22 se convierte en el espíritu a adiestrar. Joe huye de la muerte, 22 huye de la vida… Y viceversa.

En el hueco que esta relación enmarca aparecen las preguntas que son al mismo tiempo la solución de sus dudas existenciales: ¿la vida comienza al lograr ese único sueño o termina ahí? ¿Los placeres son menores o los hemos hecho menores al verlos en un esquema de metas únicas? ¿Cuántos matices de experiencia se pierden al buscar UN objetivo vital? ¿Es mejor la no-vida sin cuerpo que la vida dentro de uno? ¿Es egoísta quien niega la experiencia mortal o quien siendo mortal busca una sola meta?

Soul no busca aleccionar con las respuestas. Su aproximación a estas dudas es casi circunstancial en la anécdota pero está presente de manera muy clara en su discurso fruto además de un manejo sencillo y brillante del lenguaje audiovisual. Ideas y miedos sobre la muerte, la transformación, la obsesión, el egoísmo, la responsabilidad; el esquema en que se nos ha hecho vivir, de metas únicas, de ultra especialización; la aniquilación de los matices; la idea impuesta de que la felicidad es algo, de que la muerte es algo, de que las cosas empiezan y terminan (la negación de la transformación) están presentes en las conversaciones cómicas de estos dos seres unidos más por sus dudas que por sus certezas.

Soul es un llamado a la improvisación (¿la del jazz?) después de una era en la que todos creemos tener un objetivo único en la vida. Y logra exponerlo a través de una anécdota sencilla, elemental, que incluye puntos oscuros y de comedia inteligente, elementos inteligentes de conceptualización como las líneas y las texturas de ese limbo cuántico en el que se conocen Joe y 22, tan vacío como acogedor.

Soul es el estreno que cierra un año duro, difícil, de limbos antes que de paisajes. Verla así puede entregarnos dudas mucho más valiosas que las certezas que se nos quieren imponer desde afuera… O desde arriba… O desde abajo… Desde siempre.

CONOCE MÁS. Aquí puedes escuchar la primera parte del podcast Mándarax-Supracortical-Cinegarage dedicado a Soul.

CONOCE MÁS. Aquí puedes escuchar la segunda parte del podcast Mándarax-Supracortical-Cinegarage dedicado a Soul.

Soul
(EUA, 2020)
Dirigen: Pete Docter, Kemp Powers
Voces: Tina Fey, Jamie Foxx, John Ratzenberger, Phylicia Rashad
Guión: Pete Docter, Mike Jones, Kemp Powers
Música: Jonathan Batiste, Trent Reznor, Atticus Ross
Duración: 100 minutos.

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