Bacurau. Aquí pueden ver la película. Más abajo encuentran la crítica de Erick Estrada.
Bacurau
La resistencia extrema
Por Erick Estrada
Cinegarage
La serpiente narrativa en la que va montada Bacurau suelta un par de engaños misteriosos que nos hacen pensar que esta propuesta al alimón (Juliano Dornelles y Kleber Mendoça Filho co dirigen) pasará como una más de tantas películas en las que el pueblo apartado de la mano de la “civilización” será víctima del alcalde en turno y que nos ha regalado reflexiones sobre la inutilidad de los políticos desde la comedia hasta la tragedia. Pero no.
Desde el planteamiento, con la aproximación a este terreno hundido en la selva brasileña, con dosis de alucinógenos en big close up (esto es alucinante pero no se trata de una alucinación) la película se despoja de esos ropajes y ante un ojo sorprendido por la naturalidad de la narración y de los encuadres, ante un desfile de personajes que parecerían no decidirse a tomar el protagónico absoluto, Bacurau se va armando de otros ingredientes que devolverán sentido, figura e importancia a sus personajes centrales, hundidos todos en este pueblo alejado de la “civilización”.
Por un lado, la forma en que se nos presenta al pueblo de Bacurau evidencia uno a uno los elementos que visto desde fuera harían de este lugar la típica aldea maldita, hechizada, ahí donde lo bestial se manifiesta: la mujer que grita a medio funeral, la selva que lo rodea todo, que lo devora todo, los asesinatos en un pueblo vecino, la organización vecinal capaz de echar al político que viene de visita en busca de votos. Hasta cierto punto lo es. La película sí echa mano de las leyendas de salvajes hundidos en la selva, de pueblos linchadores a los que se enfrenta la gringada invasora. Sin embargo la aportación de Dornelles y de Mendoça Filho es mostrar esos elementos desde la óptica interior de la villa y no desde el punto de vista de los que vienen de fuera. Con ello Bacurau recupera lo que el cine de horror del “primer mundo” le ha arrebatado desde hace años: la idea de que en la selva del “tercer mundo” se corre peligro, de que hay que ir armado, de que si se mata a alguien se mata a alguien peor que un animal y que justifica la masacre ante la manifestación de “lo salvaje”.
Bacurau nos devuelve todo eso en una historia que narrada desde la óptica de los invadidos se parece más a Los siete samuráis (Japón, 1954) que a The Green Inferno (EUA-España-Chile-Perú, 2013) e incluso que a Holocausto Caníbal (Italia, 1980). Es decir, para esta película el horror llega con los invasores, los locales se defienden al nivel de lo que los ataca. A un ataque extremo, resistencia extrema.
¿Por qué lo hace? Porque en la película hay un ingrediente más que la dota de una profundidad y un nivel de crítica que así, en el fondo, está muy cercano al más tardío neo realismo italiano: señalar a las mega corporaciones, a los gobiernos corruptos, a mercenarios y ladrones de cuello blanco como los orquestadores de campañas de opresión a estos pueblos, como los saqueadores de estas tierras y como diseñadores de Guerras Sucias en persecución de disidentes y opositores, como los exterminadores de resistencias y disidencias.
Para enfrentar ese horror, para enfrentar el despojo y la persecución sistemática y tan vieja como los países mismos, Bacurau da la vuelta a la tortilla y juega una carta elegantísima en su explosiva y sangrienta conclusión. No es gratuito que esa lluvia de sesos y sangre gore ocurra dentro del museo del pueblo (despreciado por todos los “visitantes” para así construir la figura del desinterés histórico hacia este tipo de comunidades). Con ello Dornelles y Mendoça Filho nos cuentan primero la larga historia de resistencia de estas comunidades ante el saqueo de políticos, empresas y de los ataques de organizaciones de ultraderecha (que se sabe realizan operativos de intimidación y mercenarismo) y después dejan claro que esta resistencia permanecerá tanto como se deba y de la forma que se deba.
El recuerdo del saqueo y del exterminio de la disidencia alimenta a la respuesta y a la resistencia y Bacurau juega con todo ello de una forma alucinante y, lo mejor, sin siquiera sugerirnos que esto es una alucinación.
El horror existe, pero del cuento probablemente conocíamos el lado equivocado.
Bacurau
(Brasil-Francia, 2019)
Dirigen: Juliano Dornelles, Kleber Mendoça Filho
Actúan: Barbara Colen, Thomas Aquino, Sônia Braga, Udo Kier
Guión: Kleber Mendoça Filho, Juliano Dornelles
Fotografía: Pedro Sotero
Duración: 131 minutos.