Tenet, crítica de Erick Estrada.

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Tenet
BackFlashForward
Por Erick Estrada
Cinegarage

North by Northwest (EUA, 1959) cumplió 50 años. Una de las obras cumbre del cine de espías elaborada y llevada al barroco del equívoco por el maestro Alfred Hitchcock merecía un festejo probablemente más escandaloso. Fantaseando podemos decir que la celebración de una película tan caprichosa (o capciosa) la hace alguien insospechado para ello: Christopher Nolan. En un acercamiento simplista y algo precoz podemos decir que de entre todo lo que se ha dicho ya Tenet, su película más reciente, es North by Northwest potenciada.
En su transitar por sitios y ciudades; en la confusión de su personaje y de nosotros hacia el personaje; también en el juego de algunos equívocos que se suman a un sentido del humor extremadamente seco (a veces de auto acusación, tan absurdo que hace sospechar que está para romper el plano entre nosotros y la película), Tenet tiene cercanía (quizá demasiado calculada) con el espíritu del mejor Hitchcock e incluso con la rapacidad descuadrada de The Big Sleep (EUA, 1946).

Sin embargo en su forma, en el barroquismo de su montaje del tiempo, en la forma de revolver tan pocos elementos como lo son sus cuatro personajes centrales (los demás son la espuma de la cerveza) Tenet busca su propio camino y lo logra por momentos.

Más allá de su anécdota simple (se trata de detener a un villano carente de toda ternura que planea terminar con el mundo ya verán ustedes cómo y por qué) es muy probable que lo que propone Nolan (productor y autor del guion) es un juego de lectura que quien ve la película debe aceptar sin mayores justificaciones (¿no se trata de eso el cine?), un juego del que conocerá las reglas sobre la marcha (¿no es eso parte de lo satisfactorio de ir al cine?).

No nos suena nuevo el venir a nuestro presente que es el pasado de una parte de la historia que se nos cuenta… pero que también es el probable futuro de nuestro pasado dependiendo los caprichos del guionista. Antes están desde la estupenda Looper (EUA-China, 2012), Terminator (Reino Unido-EUA, 1984) y Donnie Darko (EUA, 2001) fin del mundo incluido, hasta las violentas repeticiones de Al filo del mañana (EUA-Canadá, 2014) y 8 minutos antes de morir (EUA-Canadá-Francia-Alemania, 2011) -vaya, Gyllenhaal ha viajado en el tiempo en dos películas-.

Y sin embargo tampoco es que Nolan busque ser novedoso. A pesar de incluir en su narración el concepto y la idea de las pinzas de tiempo y de sumar un algorítmico McGuffin es muy probable que solamente nos pida gozar del espectáculo y de ser partícipes de él. Es decir, volver en el tiempo a esos años en que las películas ni eran tan pre digeridas ni el espectador tan pasivo… Y cuando los finales no tenían que explicarse sino experimentarse.

Con esos elementos Nolan sí que ejecuta (quizá de manera muy calculada, lo repito) los elementos que sabemos le apasionan del lenguaje cinematográfico y lo disfraza todo en una historia directa y elemental que en esa distorsión del tiempo de la película y de la narrativa de la misma parece (pero sólo parece) compleja a morir.

No. Nolan hace un enorme ejercicio de montaje (y en consecuencia de narrativa cinematográfica) muy similar a lo hecho en Dunkerque (en donde tiempo real y tiempo cinematográfico se trenzaban para hacerlos manipulables) con la diferencia de que aquí lo que se manipula es el pasado y el futuro en el presente de quien la ve.

El resultado es la inversión del flashback (caminamos por donde hay rastros de lo que apenas va a pasar) en un montaje narrativo que lo permite y que nos distrae con el mero propósito de invitarnos por momentos a la lectura inversa de la película), a divertirnos como espectadores en el armado de un rompecabezas no imposible pero sí exigente. Prestidigitación de altos vuelos pero prestidigitación a final de cuentas.

Entre tanto Nolan parece no dejar intacto al cine que ha construido espectadores pasivos con narrativas tan lineales como supresoras. Hace parecer que su anécdota y que sus diálogos (en donde deposita su sentido del humor) son algo tan absurdos como el Universo Marvel (ese villano en manos de Kenneth Brannagh y su discurso sobre la paradoja del abuelo) pero puesto en una forma que nos permite participar en su construcción y con bases supuestamente científicas. En Tenet no hay superhéroes, hay mega empresas y supertecnología que a veces hace de la experiencia algo tan lisérgico (“cuando corras sentirás el aire a tus espaldas y el fuego en lugar de quemar puede helarte”) como de ciencia ficción (ahí está ese equipo técnico que a veces hace el trabajo de los hombres de negro que barren rastros en el tiempo de las series de tele de JJ Abrams; ahí está también la transformación del glitch de Matrix en lo que aquí se llama “posteridad”).

Gratos aciertos en estos malabares. Repetimos situaciones, vivimos momentos ya vistos pero cada vez cambia ligeramente el punto de vista dependiendo el personaje desde el que se nos muestra. El diseño de audio que reproduce sonidos conocidos en sincronía con otros que no parecen serlo y que son los mismos pero en reversa. La diversión que provoca todo ello filmado en IMAX y no grabado como la mayor parte del cine de acción de hoy.

Graves errores que delatan que si bien Nolan nos invita a viajar a los tiempos en que el cine demandaba para entregar y el espectador participaba para lograr su satisfacción, su estilo y nivel producción es ya, ni modo, anticuada. En primer lugar el tamaño al que llega una anécdota tan simple, una intriga mucho más internacional que la de Hitchcock, un recorrido mundial que ya sabe demodé.

En segundo lugar las ataduras a ese cine industrial que paradójicamente ha recibido aquí un par de nalgadas: a veces, muchas, tenemos que entrar junto con sus personajes a un mundo en donde ellos tienen todo al alcance de la mano: dinero, autos, aviones, viajes. Espionaje de élite absurdo. En tercer lugar (que es además la misma debilidad en la fórmula Inception) la invulnerabilidad de sus personajes. Si hay oportunidad de que el pasado sea el futuro de un presente que puede corregirlo ¿no hace de sus personajes seres inmunes ante cualquier falla?

Lo que queda es aceptar el viaje (quizá Nolan se lo toma muy en serio y lo que nos toca a nosotros es no hacerlo) y sonreír ante los desvaríos de Kenneth Branagh, la espectacular fotografía de Hoyte van Hoytema, la música a toda caña de Ludwig Göranson (¿se repite Nolan en sus gustos hacia ciertos sonidos?) y el trabajo de Elizabeth Debicki. No es Eva Marie Saint en North by Northwest pero es una gran Elizabeth Debicki en el homenaje a North by Northwest.

CONOCE MÁS. Aquí pueden escuchar el podcast en el que Erick Estrada y Penny Oliva analizan los cambios necesarios en la industria ante películas como Tenet.

Tenet
(Reino Unido-EUA, 2020)
Dirige: Christopher Nolan
Actúan: John David Washington, Robert Pattinson, Elizabeth Debicki, Kenneth Branagh
Guion: Christopher Nolan
Fotografía: Hoyte van Hoytema
Duración: 150 minutos.

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