Martin Eden
El esclavo esclavista
Por Erick Estrada
TIFF 2019
Cinegarage
El realismo casi de alucinaciones, la vitalidad y la musculatura del “Martin Eden” de Jack London en que se basa esta película de Pietro Marcello son evocados de manera elemental y por ello alcanzan una profundidad de elegancia oculta, sin domar, como lo es el propio Martin Eden, el personaje que sin saber de dónde ha encontrado la inspiración para convertirse en algo que nadie ha sido nunca en su entorno: escritor.
Ese poder realista, esa pirámide de emociones y transpiraciones son colocadas en pantalla a través de la mirada de Eden, el personaje, quien con nosotros detecta a su realidad a través de materiales documentales que el Marcello documentalista cuela en la narración, texturas de otros registros, otras vidas que sí fueron y que enmarcan la vida de alguien que quiere ser: este marinero casi bruto, esclavo del sistema y que acaba de ver la luz y pretende convertirse en alguien culto, en alguien que lee y eventualmente en escritor.
¿Son memorias estos trozos de documental que Marcello nos arroja a la cara mientras Eden busca su camino? En un juego de meta realidades lo son, pero en el universo de la película son el recordatorio de una vida compleja llena de imágenes elementales y son las posibles historias que nacerán una vez que Eden se convierta en escritor.
Narrando el periplo de Martin la película logra remitirnos a lo más poderoso del cine realista italiano sin sacrificar su búsqueda estética y, lo más importante, sin sacrificar la vitalidad del relato, su rabia, sin dejar de apuntar a la casi búsqueda de la tragedia, a la épica que se sabe perdida que es donde suelen manifestarse los sentimientos reprimidos de muchos personajes masculinos. Martin Eden se dibuja desde ahí como una persona en crecimiento que completará la tragedia que representa el saber lo que se ha abandonado en contraposición con lo que se ha ganado.
Esa transformación se siente en la película, se huele en la película y esas son quizá dos de sus grandes cualidades. Que en un montaje que a algunos les parecerá desparpajado Marcello ha logrado colar el descontrol de quien abandona lo salvaje y se adentra de cabeza y con poder en lo que hemos llamado civilización. Eden busca la sabiduría y cada vez más se da cuenta que al acercarse a ella abandona a la persona que ansiaba a esa sabiduría. La transformación es la meta y el castigo y la película lo comunica bien, rebuscadamente pero bien, con rabia y dirección, lo expone y lo explora.
En esta lluvia de imágenes mezcladas con la lluvia de situaciones en que se sumerge Eden están sus ideas y sus emociones, el darse cuenta que al buscar el texto perfecto es cada vez menos capaz de lograrlo, no por incapacidad intelectual (dentro de todo nuestro personaje es agudo e inteligente) sino porque, nuevamente, el hambre espiritual que era lo que lo había traído hasta aquí se ha ido. Al construir al nuevo Martin el propio Martin tiene que destruir al anterior. La tragedia implícita es esa, la muerte del personaje que se busca a sí mismo (¿no es el Edén el paraíso perdido?).
Entre los beneficios que otorga experimentar Martin Eden, la película de Pietro Marcello, es detectar, oler, sentir, mascar la rabia, la destrucción, la imposibilidad del personaje, su ascenso que es caída, todo en un discurso que parece abigarrado y revuelto pero que se afianza a la tierra con esas imágenes documentales casi ideas, casi pensamientos, casi historias de un personaje duro, lastimado. Esa mera experiencia es ya mucha ganancia y hay que apropiarse de ella en cuanto se pueda.
Martin Eden
(Italia-Francia-Alemania, 2019)
Dirige: Pietro Marcello
Actúan: Luca Marinelli, Jessica Cressy, Vincenzo Nemolato, Marco Leonardi
Guión: Maurizio Braucci, Pietro Marcello
Fotografía: Alessandro Abate, Francesco Di Giacomo
Duración: 129 minutos.