TIFF 2019: The Thruth, crítica de Erick Estrada.

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The Truth
Ficciones
Por Erick Estrada
TIFF 2019
Cinegarage

Un grupo de personas que viven de la ficción se reúnen en una casa parisina para celebrar la edición de las memorias de la más famosa entre ellos, una veterana actriz mucho más cercana al nivel de diva llamada Fabienne (Catherine Deneuve sutil y llena de fuerza, impresionante). En la presentación de sus personajes, en la introducción a esta casi no historia pero aguda exploración de las relaciones que mantienen a estos humanos reunidos aunque separados, Hirokazu Koreeda (en su primera película fuera de Japón) elabora un discurso genial, casi de retratos costumbristas, de flashes de lo cotidiano en donde se deja ver su punto de vista sobre lo que somos los humanos del siglo XXI, una lista de manías pequeñas y pulsiones gigantes acomodadas en un pequeño estuche que él desmenuza con el paso de los pequeños tiempos, de los desayunos, de las llegadas de unos del aeropuerto yuxtapuestas a las salidas de otros a los estudios de rodaje, por el paso de unos por los cafés dialogando en el montaje con el paseo de otros por el parque. Koreeda está en forma.

Conocemos así a la hija de Fabienne, Lumir (Juliette Binoche en discurso actoral elegantísimo), emigrada a Hollywood para escribir guiones y de donde llega acompañada de su marido Hank (Ethan Hawke guardando distancia pero haciendo un gran trabajo), actor venido a menos alojado en series y películas de no mucha categoría, alcohólico reformado y junto con Lumir amoroso padre de una pequeña hija a la que la abuela (quien la ve por primera vez) engatusa para hacerla creer que su abuelo ha sido convertido en tortuga y vive en el jardín. El abuelo, sin embargo, es quien simbólicamente nos ayuda a conectar a estos personajes como una familia algo fracturada mientras frente a nosotros reconstruye un viejo teatro de juguete que terminará por simbolizar a su vez el escenario en el que estos personajes van a desenvolverse frente a nosotros.

Koreeda tiene ya todas sus piezas acomodadas y lo que sigue es una muestra de su pulida narrativa, de ese desfile de situaciones y acciones en los que siempre y con destreza desnuda sus ideas de la familia, de lo social, de nuestros papeles en la familia y en lo social y que aquí logra mezclar con un sentido del humor amargo y severo, jugando mucho con la idea de la gran diva adicta a la interpretación enfrentada a su hija, conocedora de las herramientas de la ficción para exaltar a la realidad y enfadada ahora, leídas las memorias de la madre, por lo que ésta decidió publicar y también de lo que optó por omitir.

Lumir y nosotros con ella no estamos muy seguros de saber cuándo Fabienne cuenta la verdad y cuándo actúa frente a su familia. ¿Es incapaz de desatarse de las artes de la interpretación ahora que la edad la aborda? ¿Se trata de un mecanismo de defensa? ¿Es simplemente una manera de comunicarse así como Lumir lo hace escribiendo ficciones? ¿Actuar es mentir o sólo decir las verdades de alguien más? ¿Miente Fabienne a Lumir y sus conocidos? ¿Por qué y para qué?

A esa lista de cuestionamientos que cruzan los plácidos encuadres de Koreeda éste suma y yuxtapone todavía más condimentos que potencian esas preguntas y reorientan las posibles respuestas para hacer aún más presente la humanidad que empapa a sus personajes y sus situaciones. Mientras promociona su libro de memorias Fabienne trabaja como actriz invitada en una película de ciencia ficción a través de la cual ella es obligada a pensar en su némesis personal pero también a verse a ella misma como actriz joven, a repasar su vida alejada de lo que plasmó en su libro mientras su hija detecta las grietas que esta situación provoca.

A estas alturas los personajes de Koreeda llevan bastante tiempo caminando por las grietas de la familia, las heridas no sanadas, los discursos a medio decir, los dolores no calmados, todo mientras detrás se teje una manta de confort duro, de descanso incómodo en donde Koreeda se las ingenia para elevar el nivel de sus disección: ¿Qué es la memoria? ¿Qué es lo que recordamos de los demás? ¿Qué es lo que queremos recordar de los demás? ¿Es la memoria otra ficción, una ficción dentro de nosotros?

Con ello ha abierto las puertas de una nueva reflexión, la necesidad de mirar no sólo las memorias propias, sino dar a los demás la oportunidad de mostrar las suyas y con ello exhibir la necedad humana de guardar rencores y sabores en memorias estrictamente personales desconociendo las memorias de quienes comparten con nosotros el recuerdo (a veces por el peso de nuestro personaje, el que interpretamos frente a la familia, el que ejecutamos delante de los amigos). Todo ello en un discurso que a pesar de sus tensiones atiende perfectamente a cada uno de los personajes, les da aire y tiempo eliminando la maña tan actual de sacrificar o victimizar a uno o varios personajes para entrar a esos terrenos.

Koreeda, por el contrario y con todos ellos, convierte a la memoria plana en una esfera que invita al diálogo pero que nos recuerda que dialogar implica escuchar.

¿Las fracturas de esta familia han sanado? ¿Estas ficciones los llevaron a quererse más, a odiarse más, a olvidarse más o quizá a recordarse más? Parece que a Koreeda eso no le importa por el momento. Sabe que sus personajes no son los mismos, que quizá el teatro de juguete que reparó el abuelo volverá a romperse pero que sus personajes se han transformado. Nosotros hemos sido testigos de ello y ahora nos toca valorar nuestras memorias y administrar nuestras ficciones. Gran lección que, por si fuera poco, disfraza un sensacional homenaje a la carrera de la diva de verdad, la Catherine Deneuve que clausura esta tormenta de memorias y ficciones en un juego de metaficción en los créditos finales de la película. ¿Para quién actuamos y cómo nos recordarán?

CONOCE MÁS. Esta es la crítica de Erick Estrada a Shoplifters/Un asunto de familia, dirigida por Hirozaku Koreeda.

The Truth
(La vérité, Francia-Japón, 2019)
Dirige: Hirokazu Koreeda
Actúan: Catherine Deneuve, Juliette Binoche, Ethan Hawk, Clémentine Grenier
Guión: Hirokazu Koreeda
Fotografía: Eric Gautier
Duración: 106 minutos.

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