Alcanzando tu sueño, crítica. Elle Fanning dirigida por Max Minghella.

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Alcanzando tu sueño
Una chica en cautiverio
Por Erick Estrada
Cinegarage

A unos cuantos adictos al himno generacional Teen Spirit los llevará a pensar en una rebelión punk milenarista que más allá de ocurrir solamente cobija desde su atmósfera la otra rebelión que en su lugar sí plantea la ópera prima del también actor Max Minghella (La red social, Cuernos), la de una damisela que más que encontrarse en desgracia se siente encarcelada.

Encerrada en su habitación Violet (Elle Fanning), la protagonista casi Cenicienta de la historia, canta en silencio “Just A Girl” de No Doubt después de mostrarnos una especie de remezcla emocional de lo que es su vida: solitaria en la escuela debe trabajar como mesera para ayudar a su madre que tras la desaparición egoísta de su padre hace todo lo posible para mantener en pie su casa, todo mientras sueña con cantar profesionalmente aunque debe conformarse con hacerlo en coro de la escuela. Vive en una trampa mortal.

A otros esa mezcla les resultará más cercana pues Teen Spirit es precisamente eso, una suerte de mashup-video musical de alta calidad e idea en el montaje (las elipsis largas y vaporosas son su principal herramienta) en el que la historia lineal de la chica en busca de su sueño (cantar profesionalmente) se deconstruye gracias a ese acomodo imaginativo de tiempos y espacios en el que pasado y presente (¿y a veces el futuro?) se conectan más circular que directamente, acomodados como ocurre en la memoria y en los sentimientos más que como lo haría la narrativa lineal que pudo haber engullido la minúscula poética de la película: minúscula pero suficiente para comunicar las pulsiones y frustraciones de Violet sin obligarla a gritarlas o embarrarlas baratamente en la pantalla.

En el primer tercio de su película Minghella también utiliza ese montaje para comunicar la inspiración de Violet, joven e inexperta, para cantar y sobrevivir su opresivo presente y dejar claro que lo que ella busca no es, en primera instancia, la explosión de dinero prometida a quien sea que alcance su sueño (¿Qué busca Violet al cantar?). En este mashup caben entonces desde La Cenicienta (que es en realidad la referencia obvia pero no necesariamente la mejor) hasta Fama (EUA, 1980) de Alan Parker, con toda la dureza y viscosidad que se eliminó en su versión de 2009 y en medio el Rocky de John G. Avildsen (EUA, 1976), del que se asimila estupendamente su desapego al éxito inmediato con un simple y casi imperceptible cambio de estilo: cuando Violet se inscribe a un concurso de canto, de esos que exprimen el talento joven para beneficio instantáneo y en busca de dólares vía votos telefónicos, la película muestra un montaje mucho más tradicional para narraciones de competición, abandonando la poética anterior para sustituirla con un tiempo más vertiginoso y desorientado. El ritmo de Violet ha sido trastocado y ella está fuera de su elemento. Si lo de Rocky no era competir parece que lo de Violet tampoco (¿Qué busca Violet al cantar?).

En la última tercera parte de la película Violet podría despreciar el ganar o perder en el famoso concurso. Tentaciones, experiencias y errores normales en su casi exagerada juventud han puesto en su cara la verdadera motivación de su acercamiento a la música: los temas pendientes con su madre y con un padre que nunca ha sido suficientemente hombre pero al que ella y su madre viven atadas emocionalmente. ¿Qué hará ahora con ellas?

Al desenterrar esas motivaciones la película de Minghella consolida su propio tono y recuerda al mismo tiempo el fondo de sus referencias, el motor que extrae sudor de los aspirantes a la fama en la película de Parker y la esperanza depositada no en una carrera sino en una pelea en la película de Avildsen. Violet no está aquí para ganar sino para resolver muchas dudas y salir de la cárcel en que ella misma se ha colocado.

En los 19 años que llevamos recorridos en el siglo XXI Hollywood ha inundado los cines con historias de superación y desprendimiento de miedos, con historias tan aspiracionales como frívolas y desencantadas. Teen Spirit opta por un camino distinto, el del descubrimiento interno de su personaje y el del enfrentamiento a los miedos, sin traicionarse a ella misma (el lenguaje es, a pesar de su montaje circular y anti romántico, bastante directo) ni a esa pequeña rebelión punk milenarista que se cuela (necesariamente sutil, los tiempos son otros) como un aroma de ese espíritu adolescente.

CONOCE MÁS. Aquí pueden leer la crítica de Erick Estrada a la película Ginger y Rosa, protagonizada por Elle Fanning.

Alcanzando tu sueño
(Teen Spirit, Reino Unido-EUA, 2018)
Dirige: Max Minghella
Actúan: Elle Fanning, Agnieszka Grochowska, Zlatko Buric, Rebecca Hall
Guión: Max Minghella
Fotografía: Autumn Durald
Duración: 93 minutos.


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