Sorry to Bother You, crítica

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Crítica de Sorry to Bother You
La voz blanca
Por Erick Estrada
CIFF 2018
Cinegarage.

Perdonen que los moleste pero creo que tenemos que hablar de Boots Riley, de su debut en el largometraje y en el tino al estilo Spike Lee que representa ese debut.

Perdonen que insista, pero es que hay que darse cuenta que la comedia americana sufre una transformación que paradójicamente la devuelve a los orígenes de la comedia misma, esa que es pulla política y espejo distorsionado (que no deforme o deformador) de lo que las altas esferas de la corte hacen o podrían comenzar a hacer.

Sorry to Bother You es para Boots Riley lo que en su momento representó Perros de reserva para Quentin Tarantino: una lluvia (intencional o no) de referencias que nos devuelven al cine en estado puro a partir de la deconstrucción del género y de la forma que le devuelve al cine su facultad de espectáculo y que le da a ese espectáculo una profundidad correspondiente a un discurso político inspirado.

En su cuadratura casi despampanante (sus exageraciones son fin y medio), esperpéntica debido a la libertad con que se ejecuta, en su originalidad atada paradójicamente a las referencias que despliega a diestra y siniestra (sigo sin saber si intencionalmente), Sorry to Bother You es una lluvia analítica de información que desarma para jugar con sus piezas a lo más profundo del racismo americano, su hermandad con el capitalismo extremo y criminal y su infiltración en los ejes sociales. En resumen es una radiografía a color de lo que parece ser una falsa integración racial en un país que la presume como consumada pero que la inutiliza en sus sistemas sociales y económicos.

Al recorrer la historia de Cassius -este vendedor por teléfono que obtiene éxito inmediato al transformar su voz negra de afroamericano oprimido, en la de un blanco “que no demuestra ansiedad ni temor” y que en consecuencia conecta con sus clientes transformándolo en vendedor estrella- no es gratuito que veamos en la pantalla a una especie de nuevo Brazil (EUA-Reino Unido, 1985) con todo y sus kafkianas raíces y oficinas eternas y opresoras; a un Michel Gondry de mecanismos aterciopelados pero evocadores de crueldades; al mundo occidental que evidencia su decadencia en nuevas esclavitudes que pueden ir desde la televenta hasta lo que bien se describe en La camarista (México, 2018), o en los acomodos piramidales en edificios que no lo parecen pero son justo eso, pirámides faraónicas en las que el High-Rise (Reinos Unido-Bélgica-Irlanda, 2015) de Ben Weathley plasmó lo absurdo y lo inhumano de la situación; a La isla del Dr. Moreau (EUA, 1977), fábula negra surgida desde el H. G. Wells más combativo y que describe y exhibe con cinismo y colmillo al fascismo y su ramificación racial, megalomaniaca y estúpida.

De ellas, de esas referencias y del juego que provoca que nuestra conciencia rebote entre ellas a lo largo de 111 minutos, se extrae con delicadeza la creación del esclavo que se autoasimila al patrón (¿recuerdan Djando descencadenado (EUA, 2012)? pero también el conspiratorio patrón que crea al esclavo que terminará por autoasimilarse a él, como la María maquinal de Metrópolis (Alemania, 1927). En su momento más intranquilo, esta comedia de raíces en Spike Lee ataca también, y no podía dejar de hacerlo habiendo comenzado como lo hizo, al Nuevo Orden llevado al extremo.

Así, en juegos estirados al máximo (sin romperlos nunca), Boots Riley, acompañado de un combativo reparto de músculo DENTRO de la actual cultura afroamericana (Lakeith Stanfield, Tessa Thompson, Jermaine Fowler, Danny Glover) cuenta sólo con los aspavientos necesarios (adorable el tono de la comedia aquí deconstruida) la historia de la voz blanca que lleva a nuestro primero oprimido Cassius (aunque los mecanismos del éxito en el capitalismo también son opresores) a un mundo en el que es útil rebuscadamente (la María de Fritz Lang, el Stephen tarantiniano): el esclavo que habla como el patrón se ve y se nota como esclavo, pero lo que dice es precisamente lo que el patrón quiere escuchar.
Cassius ha quedado atrapado … o quizá siempre lo ha estado. La idea de libertad es justo eso, una idea, un engaño, la zanahoria delante del caballo.
Perdonen que insista pero esa descorazonadora fábula no podía haberse construido de otra forma y comprarle a Boots Riley la idea nos traerá a todos enormes beneficios.

No deje usted pasar la oportunidad.

CONOCE MÁS. Esta es la crítica de Erick Estrada a High-Rise, de Ben Wheatley.

Sorry to Bother You
(EUA, 2018)
Dirige: Boots Riley
Actúan: Tessa ThompsonArmie HamerLakeith StanfieldPatton Oswald
Guión: Boots Riley
Fotografía: Doug Emmett
Duración: 105 minutos.

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