El placer es mío, crítica

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El placer es mío
Los huevos y los sapos
Por Erick Estrada
Cinegarage

Una pareja. Sexo abierto y desinhibido. El aparente paraíso campirano de un par de chicos que buscan un cambio que nunca se nos aclara del todo. Y así, a apenas cinco minutos de iniciada, queda plasmado el espíritu críptico de la nueva película de Elisa Miller, probablemente la mejor que haya hecho hasta la fecha.

El aspecto críptico de la película se acentúa por distracciones narrativas en el lenguaje de Miller y aunque presenta la problemática de sus personajes de manera directa (haberlo sugerido se habría convertido en una redundancia de incapacidad narrativa), esta jamás aparece de nuevo ya no digamos para que los personajes la resuelvan o la profundicen, algo que habría inyectado algo de sentido a las viñetas de costumbre llenas hasta el tope de una falsa melancolía; no aparece de nuevo (tampoco) para dar la oportunidad a quien observa estos pasajes de entrar en el dilema de tener o no tener un hijo en este mundo y en las circunstancias en que esta pareja vive.

En una discusión intercoital ella le dice a él (los nombres, créanlo, son aquí lo de menos) que necesita tener un hijo y él deja claro, saliendo de ella con un enfado brutal, que no le interesa.

¿Miller nos hará ver cómo una mujer puede objetivizar a su pareja sólo para quedar embarazada? ¿El problema se metaforizará en los huevos de la granja que ella o atesora u odia o utiliza y que son como hijos que no serán nunca? ¿Habrá una consecuencia real en el hecho de que ella rebele su fobia a las ratas que infestan su casa y él la suya a los sapos que devoran el bosque que rodea la casa? ¿El señalamiento cruel de una hija cruel de una ex novia que aparece para provocar nada, o el sexo casual que ella tiene con un desconocido en un baño donde la hija cruel ha meado horas antes, nos dirá algo de ese problema que sigue brillando por su ausencia? ¿Él la viola a ella en esta larga hilera de encuadres cansados de sí mismos como reacción a su deseo de tener hijos mientras los sapos cantan en el bosque y eso es un símbolo de algo? No. Jamás.

Al no haber desarrollado un lenguaje real. Al no atar a sus personajes para establecer conflictos reales (no morales o de ensoñación). Al dejar con ello claramente expresa una incapacidad narrativa monstruosa, las preguntas anteriores son meros sueños que llenan los gigantescos huecos de una no-historia no-actuada no-desarrollada para poder llevarnos a nosotros mismos al final de la carrera… Una carrera corta que se siente larga y sin fin.

Huecos, hoyos, sinsentido total que se pinta de instalación oportunamente retratada y falsa poética o de performance de drogas malas en una fiesta campirana. No. Esos huecos serán llenados sin duda por quien quiera entregar premios a estos brochazos sin brújula. Y ocurrirá. Ocurrirá porque sin duda se trata de la mejor película de Elisa Miller pero eso, a pesar de todo, no la hace una buena película.

El placer es mío
(México, 2015)
Dirige: Elisa Miller
Actúan: Fausto Alzati, Flor Eduarda Gurrola, Tina Romero, Camila Sodi
Guión: Elisa Miller
Fotografía: Matías Penachino
Duración: 94 min.

Comment (1)

  1. Vaya, que bueno encontrarme con una critica honesta de esta peli. Supongo que hay para todos los gustos y algunos dirán que es muy buena. Para mi la historia no cuajó, eso, no me llevó a ningún lado y como mi acompañante lo dijo “una película porno es mas divertida”.

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