El Hobbit: la batalla de los cinco ejércitos. Crítica

2

El Hobbit: la batalla de los cinco ejércitos
La conclusión anunciada
Por Erick Estrada
Cinegarage

Pesan. Las películas anteriores al desenlace largamente anunciado de El Hobbit, un capricho más de Peter Jackson, el más grande fan de la Tierra Media en este mundo, pesan ante el desenlace visualmente espectacular de una historia que, probablemente, aventuremos, imaginemos, habría sido mucho más efectiva en una sola película de tres horas.

El mayor problema de un desenlace que se nota fue hecho con entusiasmo y poder es, curiosamente, el eterno planteamiento que Jackson entregó gratuitamente en su primer capítulo (en términos dramáticos, pues los boletos costaron lo que cuesta ver una película en 3D) y una historia inconclusa en el segundo que, para rematar, era inconclusa aunque todos sabíamos lo que iba a ocurrir: había que sacrificar al dragón Smaug (un personaje extrañamente carismático, por lo menos más que los gélidos elfos) para que, incluso sin conocer el desenlace del libro, la historia llegase a un término mínimamente decente.

Es decir, el paso entre el capítulo anterior y el presente fue como haber puesto pausa, salir a comprar barbacoa, tardar 4 horas, regresar y volver a dar play.

Lo peor del asunto es que La batalla de los cinco ejércitos es espectáculo del bueno, cine fantástico y de aventuras en mezcla ideal para deleitar el ojo y el oído, una vuelta al cine clásico de aventuras que rescata más de una vez esos duelos de espadas que tantas famas y figuras construyeron en el primer Hollywood.

Sorpresas no hay: con anticipos tan prolongados en la historia, con años entre las películas que dan tiempo suficiente para descifrar lo que podía ocurrir, uno sabe perfectamente quiénes vivirán y quiénes morirán.

La película no es perefecta: habiéndose tomado tanto tiempo en tantos detalles previos, curiosamente hay momentos en este tercer capítulo que pasan a velocidad inexplicable y provocan distorsiones en el tiempo-espacio de la cinta. A media batalla final parece que de manera inexplicable todo lo que los personajes se dicen puede ser escuchado por el resto no importa qué tan lejos estén. Los orcos tardan mucho menos tiempo en recorrer las mismas distancias que el resto de los “ejércitos” porque… pues… necesitamos villanos para pelear contra ellos. Las noches nunca llegan y de repente las batallas “suenan” adormecedoramente lejos.

La música estorba: se nos ha anunciado este mítico enfrentamiento por meses y cuando el choque se produce, la película genera silencio sólo para inundar el sistema de audio del cine de música que romantiza el encuadre y disimula incómodamente la supuesta violencia del enfrentamiento.

El montaje se vuelve perezoso: conectándose a los clásicos de aventuras y tejiendo con cierta destreza sus duelos de espada, Jackson deja pasar su “momento Imperio contraataca” y sus duelos absorben el 100% del tiempo en pantalla, olvidando la batalla monumental abajo, nunca regresando a ella, desbalancéandose en favor de sus coreografías… y la emoción se acalambra un poco.

Los personajes se acartonan: después de horas y horas de ver enanos, elfos, orcos y demás parafernalia de la Tierra Media, tenerlos finalmente en acción los hace ver acartonados, con vestuarios falsos (maravillosamente diseñados, sí, pero falsos) y en poses extravagantes, casi como película religiosa de los años cuarenta.

Y sin embargo, el espectáculo visual es efectivo, sólido, impactante dirán los que se acerquen por primera vez al cine de aventuras fantastificado, los adolescentes tempranos que es donde esta propuesta tiene su nicho principal.

Lo que se entrega en pantalla goza de todos los adelantos tecnológicos impulsados por el propio Jackson en los capítulos anteriores, en los que practicó y pulió para aquí exprimir y explotar de la mejor manera. Pero el tiempo perdido en el planteamiento eterno de un capítulo caprichoso y otro inconcluso en pausa larga y seca -ejemplo de dos ambiciones, la de los estudios en busca de boletos vendidos y la de Jackson para engordar todavía más este mausoleo de homenaje a J. R. R. Tolkien– le pesan y juegan bastante en su contra.

Espectacular, sí. Emocionante, un par de veces. Pero si de verdad se buscaba cine, cine vivo, necesitábamos menos cantos de enanos y más rugidos de dragón.

El Hobbit: la batalla de los cinco ejércitos
(The Hobbit: The Battle of the Five Armies, Nueva Zelanda-EUA, 2014)
Dirige: Peter Jackson
Actúan: Benedict Cumberbatch, Lee Pace, Evangeline Lilly, Luke Evans
Guión: Fran Walsh, Philippa Boyens, Peter Jackson, Guillermo del Toro
Fotografía: Andrew Lesnie
Duración: 144 min.

Comments (2)

  1. Al final me puse algo emotivo, seriá por las fiestas!!? Bueno tendrian que haber aguantado ver toda la saga desde Frodo en la comarca para saber y sentie que el final porfin ha llegado por haber estado ahí disfrutando todos estos años

    Reply
  2. Excelente tu resenia, pense exactamente lo mismo con lo de la batalla final, en la que se enfocan en mas en la coreografia, que en la emocion en la que nos dejaron colgados con las demas facciones de este enfrentamiento. Otra cosa que tambien ya muchos notaron es la exageracion del relleno con personajes, escenas y e incluso peleas que no venian en los libros y en mi opinion completamente inecesarios y aburridos.

    Reply

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *