Baja Film Festival 2013-C

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Baja Film Festival 2013-C
La de vampiros de Jarmusch
Por Erick Estrada (enviado)
Cinegarage

 

“Las mil y una noches”; Adán y Eva; el casi total abandono de Detroit; Fausto; Watson; Caligari; Dr. Strangelove (el de Kubrick, claro); círculos que atrapan sin dolor como los círculos de los vinilos, placenteros pero enteramente físicos; mucho rock, las adicciones o a la heroína o a la sangre humana; lo digital de Eva y lo completamente analógico de Adán, sus cables y su romanticismo; John Lennon y Yoko Ono; Motown y Stax; Jack White y el hecho que él es el séptimo hijo de su madre. De eso está compuesta Only Lovers Left Alive, la comedia negrísima y dura como el acero, vampírica y nocturna a morir de Jim Jarmusch.

En una historia sencillísima con aires de elegante decadencia, Jarmusch enreda a dos vampíros enamorados y a la vez irreconciliables (que se llaman Adán y Eva), dos seres que, más allá de darle la oportunidad de acercarse al género del terror, lo dejan divagar en una ciudad abandonada más parecida a las ruinas prehispánicas que a una ciudad industrial de Estados Unidos, y lanzar una serie de referencias literarias, musicales, cinematográficas, artísticas en diálogos tan cotidianos que podrían parecer banales.

La pareja (separada por el Océano Atlántico) siente necesidad de reunirse de nuevo en ese abandono industrial y al hacerlo saben que una pequeña desgracia aparecerá pronto. Ava, la hermana de Eva que referencia de arriba a abajo a una Janis Joplin luminosa pero destructiva, está por aparecer y provocar algo que desde ahora se sabe no estará bien.

Desde ahí, Jarmusch arma una comedia negra pedante y vaporosa, en la que la sangre sustituye a lo que en otro tono aquí serían drogas duras: Adán es músico y ha asistido y regalado inspiración propia a artistas que los humanos (y a los que estos vampiros llaman zombis) hoy consideramos superdotados.

Ellos beben sangre y como Renton en Trainspotting (Reino Unido, 1996) el color de los labios les cambia, la sonrisa los domina y un pequeño viaje inicia para llevarlos hasta la salida del Sol.

Si la comedia ácida y anticlimática de Jarmusch es pedante y vaporosa es, precisamente, porque los vampiros deben ser así. Jarmusch de hecho respeta los preceptos vampíricos pero sólo para jugar con ellos y para acelerar de repente el paso de sus personajes. Para él los vampiros son una especia de líderes creadores, guías ocultos de la humanidad en esta velada oda al artista, al creador, al creativo, a la sensualidad y al sibaritismo, ya sea sensorial o emocional, a los no-zombis.

Only Lovers Left Alive es también un regocijo en el azote, un re hermanamiento con la oscuridad real (la de Poe, Rimbaud, Baudelaire) y, claro, una comedia vampirica que está más cerca de La danza de los vampiros (EUA-Reino Unido, 1967) que de una película tradicional de terror. Encima de ello, un gran soundtrack y la música de SQÜRL, banda del propio Jarmusch.

Con eso inauguramos el día de hoy.

Lo que siguió fue Short Term 12, una estupenda narración muy en el estilo del cine independiente de los noventa pero con un tema que en estos momentos resulta completamente pertinente: una chica nos guía en el día a día de un centro de atención para niños adoptivos y problemáticos.

Muchas películas se han hecho para describir y entender las relaciones maestros (o supervisores) y alumnos (o supervisados) y en el arranque de Short Term 12 fue inevitable pensar en Entre los muros (Francia, 2008), que unía en un cataclísmico salón de clases en Francia a dos mundos enteramente diferentes: el del hombre culto designado para adiestrar a los chicos y el de un grupo de jóvenes problemáticos por no contar con las herramientas necesarias de comunicación.

Esta película dirigida por Destin Cretton llega justo ahí, a narrar de la manera más realista posible los lazos de comunicación que poco a poco se establecen entre esta chica (una estupenda Brie Larson) y los jóvenes con los que trabaja. En un cruce de destinos, ella misma comienza a proyectarse no sólo en una chica con problemas severos de comportamiento pero dotada de una inteligencia veloz, sino consigo misma, al cuestionar la necesidad de su propia maternidad.

¿Se puede estar seguro de ser un buen padre mientras se convive a diario con chicos maltratados por los suyos? ¿En qué momento la comunicación se interrumpe y cuándo es necesario recuperarla? ¿En un mundo como el que vive Estados Unidos es más noble adoptar (acción volunaria) que tener un hijo (hecho que puede llegar a ser fortuito)?

Las preguntas surgen en una narración impecablemente armada, con ciertos vicios del cine indie (los encuadres del protagónico encerrado en su mundo mientras se ducha, el rostro del personaje escondido en el encuadre frío del cuarto de baño) pero con una agilidad y frescura que le dan a su final un tono festivo y cálido aún después de habernos enfrentado a un choque de furia entre dos chicas que necesitan desahogarse y un monstruo machista que duerme mientras a su alrededor todo se viene abajo.

Luego fue el turno de Fading Gigolo, dirigida por John Turturro.

Puede ser un error acercarse a Fading Gigolo con confianza plena en lo que se han encargado de promocionar sus avances: una comedia de enredos y ligues, de alta carga sexual y propensa al disparate. No lo es.

Turturro, autor también del guión, decide que es hora de sacar del clóset al conquistador que deberíamos llevar adentro y para hacerlo comienza su historia con el personaje interpretado por Woody Allen encerrado en un clóset que usa de manera provisional como “oficina” (sus hijos y esposa están en casa y no deben escuchar lo que él habla) para negociar un encuentro entre su amigo (Turturro) y una mujer, todo con intenciones sexuales. ¿Prostitución? Sí. La frase “el oficio más viejo del mundo” aparece más de una vez y en distintos idiomas.

Lo interesante de la apuesta de Turturro es que de un tajo y para no alargar su discurso deja claro que los hombres simplemente deben dejar salir del clóset a ese hombre más dedicado y menos machista en lugar de seguir el modelo tradicional y mercantilista de “galanura”; de hecho, en la película se hace llamar “desagradable físicamente… pero en una forma positiva”. Una vez que lo ha hecho, teje con paciencia y mucha parsimonia, con tino y finísimo sentido del humor, con buen temple y un tempo estupendo una neo comedia romántica completamente adulta y con una astucia sorprendente, lejos del final feliz pero también de la desgracia eterna, separada del azote enamoradísimo y muy centrada en la felicidad femenina, contra el machismo tradicional y el velado.

Todo llega en dosis elegantes de coqueteo adulto, de seducción madura, de apuesta por la sonrisa femenina. El resultado, claro, es una cinta cálida, tranquila y nada escandalosa que, a manera de remate, deja una divertida duda sobre la posibilidad de otro mundo en la modificación de la frase más reconocible de Casablanca (EUA, 1942): “Creo que este el principio de una gran amistad… entre nosotros tres” dice Woody Allen, catalizador dramático de Turturro en la película.

Una de las apuestas mexicanas del día fue Cumbres, ópera prima de Gabriel Nuncio y que sabe más a un experimento cinematográfico que a una apuesta real, algo que, dejémoslo claro, no le resta valor.

Dos hermanas se ven de repente enredadas en una tragedia que se preve grande pero que nosotros a través de un blanco y negro cenizo y depresivo, tendremos que desvelar como se descubren estas cosas: un trozo de historia por aquí y otro por allá. Este ejercicio de Nuncio se convierte por un lado en un negro road movie de escape (una de las chicas se esconde de la policía) cuando la hermana pequeña debe ayudar a la mayor a escapar; y por el otro en una especie de reconsideración de las formas del famoso video home mexicano, con historias trágicas y sangrientas resueltas más por la superficie que con ganas de introducirse a los personajes.

La ventaja que presenta Nuncio es que, con un tema propio (y mucho) de ese video home alarmista, decide también entrar a sus personajes que, poco a poco, mutan su rostro y sus maneras, incluso sus ideas.

Entre la ficción y el documental, entre las buenas actuaciones y el misterio que vamos descubriendo de la mano de la hermana menor hay aquí más idea que conclusiones (el final abierto es una cosa, el final demasiado abrieto es otra), pero fue sin duda un pequeño viaje doloroso pero gratificante.

Enfrente tuvimos a Filosofía natural del amor, película dirigida por Sebastián Hiriart, autor de A tiro de piedra (México, 2010). De esa película se pueden rescatar los tiempos y mucho del tono de este ensayo cinematográfico, más en los terrenos de la auto disertación que de una narración real.

En este trabajo, varias historias que envuelven relaciones cercanas entre seres humanos desfilan ante nosotros interrumpidas por imágenes de insectos en actividad sexual o cercana a ella, un montaje radical pero efectivo por lo menos en el arranque de la cinta: con él los personajes se describen ante nosotros. También gracias a él se anuncia cierto desencanto en las historias (unas brutales, otras simplemente extravagantes) que provocan una contenida pero explosiva sorpresa en el desenlace (si es que hay un desenlace en la cinta).

Curiosamente, Hiriart también deja claro que la temática de escándalo y violencia ha dejado huella en él y que ya sea para sorprender o para denunciar (en este caso un machisto rampante e hipócrita) lo utilizará en su rara narración que a veces voltea a los casos no resueltos de asesinatos pasionales y otras a casos de enamoramientos fuera de lo común.

Más qué agradecer: que manipulando todos los elementos mencionados la sorpresa del final sea real, que evidencie mucho del morbo del espectador al provocar un prejuicio hacia personajes que no habían demostrado nada fuera de lo común.

Mañana vamos por el último día del Festival.

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