GIFF 1

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GIFF 1
Sin inauguración
Por Erick Estrada
Cinegarage

Está oficialmente en marcha la versión Guanajuato del GIFF. Recordemos que esta celebración está dividida en 2, la parte que se realiza en San Miguel de Allende y ésta, la que unos días después se lleva a cabo en Guanajuato, una ciudad que, lo hemos comprobado los dos últimos años, sabe ver cine y disfruta su festival.

Resulta entonces una lástima que, igualmente comprobado los dos últimos años, el GIFF carezca de un departamento de prensa capaz de lidiar y de conducir la relación con la gente encargada de documentar sus alcances y sus logros que, de seguir así, siempre se verán opacados por errores gigantescos y falta de interés de parte de quienes lo conducen. Por mi parte y sin querer entrar en detalles, debido a esas imprecisiones y desorganización me quedé sin poder entrar a ninguna de las funciones de la película inaugural, Heli (México, 2013), que le valió el premio de Mejor Director a Amat Escalante en el pasado Festival de Cine de Cannes.

Sin embargo, apurando el paso y sorteando el desconocimiento de parte del GIFF del trabajo que medianamente tratamos de realizar, pude entrar a la proyección de Nada malo puede suceder, cinta alemana dirigida por Katrin Gebbe y que resultó en una agradable/desagradable sorpresa.

Fue una sorpresa agradable porque se trata de una cinta sin concesiones. La historia se cuenta sin timidez. Es la de un joven que se une con toda su fe al movimiento punk cristiano Jesus Freaks para después terminar enredado con una familia clase media tradicional que, a base de castigos y humillaciones, de violencia física y psicológica, ponen a prueba la tolerancia de este joven a la humillación y, de paso, a su fe que le exige siempre “dar la otra mejilla”. A través de esta historia, Gebbe abre las vías que por un lado Michael Haneke gozó tanto de explorar hace ya bastantes años (mismos que terminaron quizá con Funny Games) para dar su propia visión de la descomposición del pensamiento burgués, una visión quizá más contenida y en consecuencia con choques menos abigarrados.

Mientras eso ocurre, también muy a su manera, con encuadres sencillos, elementales, sin grandes despliegues visuales que la acercan al documental que el caso amerita (todo está basado en hechos reales) narra una especie de viaje místico, una versión contemporánea y ruda de la pasión de Cristo (desde el bautismo hasta la crucificción) que por momentos me hizo pensar en viajes similares (aunque nunca tan violentos) de parte de Bruno Dumont en Hadewijch (Francia, 2009) y Hors Satan (Francia 2011), en los que Dumont toma siempre la posición del personaje místico.

La diferencia es que Gebbe no deja clara su propia postura y hasta donde se sabe lo hace de manera conciente. El resultado es una especie de ping pong dramático en el que a veces se toma la postura del chico religioso y otras (las más) las de la familia que al sentirse desbalanceada ante la convicción de este personaje opta por agredirlo y abusar de él.

Hay algo ahí de cuestionamiento a los valores burgueses, claro, pero sin una posición más concisa las ideas se desvían hacia el enfrentamiento del bien y del mal. Tratándose de una cinta que en tono está muy cerca del documental, se imaginarán ustedes la sensación final cuando este violentísimo y oscuro drama termina.

Mañana es la Conferencia Magistral de Danny Boyle y es quizá, la actividad central del día. Estaremos atentos a lo que ahí se comente.

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