FICM 1

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FICM 1
Feliz cumpleaños
Por Erick Estrada
Cinegarage

Claro, cada vez que venimos al Festival Internacional de Cine de Morelia es para celebrar su cumpleaños. Sin embargo, esta vez y desde la noche de anoche la celebración es doble y más intensa pues este festejo llega a su décima edición y lo hace, según vimos, de la mejor manera.

No es solamente el mejor festival de cine en Latinoamérica, sino que se siente más fuerte y entusiasta que en las pasadas ediciones, lo cual ya es un decir. Morelia es un Festival que año con año tiene sorpresas, dulces escondidos, rostros de cine que cruzan miradas y que siempre hacen sentir que estamos en un lugar nuevo. La ceremonia de ayer dejó claro que el festival continuará adelante como proyecto propio (sus presidentes, directores y vicepresidentes tienen grabado en el alma el logotipo de su celebración) pero sobre todo como un plan de cultura para la gente, algo que en estos años no sólo en México sino en el mundo, es saludable pero también indispensable.

Un festival de cine, además, debe y tiene que entregarle a su público (Morelia tiene nuno de los más fieles) un arco iris actualizado del cine a nivel mundial y aquí, este año, contamos con una de las programaciones más sólidas que se han visto en festivales alrededor del mundo este año y, claro, de festivales en México. Es, por supuesto, una de las mejores selecciones que Morelia ha presentado en su existencia que, repito, este 2012 alcanza los diez años.

La función inaugural, después de muy emotivas palabras de Alejandro Ramírez, de Cuauhtémoc Cárdenas Batel y, por supuesto de la directora del Festival, Daniela Michel, presentó la película más reciente de Pablo Larrain, No, una especie de recuento cronológico del plebiscito que en 1988 lanzó el dictador Augusto Pinochet para tratar de quedarse en el poder de Chile por 8 años más. No, es la palabra que quienes querían que Pinochet dejara el poder el Chile debían cruzar en la boleta del plesbiscito y Larrain se centra, aparentemente, en la campaña publicitaria que se lanzó para promover el voto por el no y digo aparentemente porque aunque hay un crecimiento sustancial en su forma narrativa (abandona ligeramente la necedad de su cámara estática, deja que poco a poco sus actores se muevan y hablen como personas vivas, los paneos y un par de tilts sugieren una gramática visual activa), la ligereza de su lenguaje audiovisual nos lleva al mismo mundo dubitativo que presenciamos en la insufrible Post Mortem, ubicada, curiosamente, en los años previos a estos en que se desenvuelve No.

Navegar por los pensamientos de su personaje central (Gael García Bernal) a través de suavidades en la cámara que se niegan a tomar partido real ante lo que vemos, nos deja pensando si su director tiene, a la vez, una postura ante los hechos que reconstruye. Este discurso visual contenido que se suma al de sus personajes, gélidos y casi estáticos (un estilo que funciona mejo, según yo, para ciertos momentos pero no para toda la película), nos entrega un final anticlimatico, desinflado, congelado, que choca de frente cono festivo y emocionante del triunfo del No ante las preguntas de Pinochet.

Extra a ello, Larraín nos entrega tamnién un epílogo en el que su personaje repite las palabras con que se presentó en un comienzo y que, viniendo por tercera vez (así presenta también la campaña publicitaria que parece ser el centro de la historia) de alguien del mundo de la publicidad, lo acomoda más como un simple trabajador de ese mundo, un casi oportunista, que como un convencido de la causa que nos acaban de narrar, a pesar de tratarse de un hijo mexicano de exiliados chilenos. En ese epílogo, visto ya después del plebiscito y de la liberación chilena, la atmósfera parece contagiada de superficialidad.

¿Será que Larrain cuestiona lo que se hizo con la libertad conseguida? ¿Está criticando la ligereza en que se sumió su país después del mortal yugo del dictador? ¿Acepta que más que una campaña de publicidad estilo Coca Cola (con jingle incluido) y del convencimiento de su pueblo, se trató de un cruce de casualidades? ¿Eso hace menos importante el triunfo? ¿Sugiere acaso que Pinochet fue abandonado por sus geneales y que fue en realidad por elo que el No triunfó en Chile?

La película, desgraciadamente y por su forma, deja todas las preguntas en el aire pero las deja sugeridas, susurradas y al parecera, igual que en Post Mortem, tampoco le interesa tomar una postura.

Es, sin embargo, un ejercicio digno y que sostiene, eso sí, la inauguración del festival de cine más importante de Latinoamérica. A pesar de su indefinición y de un extraño tono actoral tanto como visual, consiguió despertar las emociones necesarias en el público, para soltarlo después a vivir 9 dìas de cine.

Feliz cumpleaños Festival Internacional de Cine de Morelia y gracias por tenernos.

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