Declaración de guerra. 16o tour de cine francés. Crítica

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Declaración de guerra
A los doctores
Por Erick Estrada
Cinegarage

Él se llama Romeo y ella se llama Julieta. En un flashback sencillo vemos el origen de un niño que dentro de poco será sometido a una tomografía: sus padres se coniceron fortuitamente en un bar, atraídos por el escandaloso cliché del amor a primera vista. Él se llama Romeo y ella se llama Julieta.

“Con ese nombre nuestro destino pinta para ser negro, trágico”, pero nada ocurre y el nombre de la película, Declaración de guerra, desconcierta cuando esta pareja encuentra la felicidad al sortear obstáculos tan cotidianos como reales, una cualidad de este guión escueto que, curiosamente, parece dejar todo al trabajo de los actores -autores del mismo- encargados de inyectar tensión a situaciones a las que estamos completamente acostumbrados: el llanto del niño, sus enfermedades, la rutina absorbente, la falta de dinero, las fiestas.

De haber seguido un planteamiento así, tan líneal, la película no pasaría de ser una especie de drama casi insertado en el documental en el que una pareja vaga de hospital en hospital para tratar de curar la enfermedad de su hijo. Pero no ocurre así. Sale de ese esquema casi matemático recurriendo a una recontextualización de la música que escuchamos para que, al unirla con encuadres ligeramente caprichosos, movimientos que rayan en lo coreográfico, simetrías que bailan en la pantalla, nos metamos casi al lenguaje del musical. A pesar de ello el hartazgo no aparece y entre el morbo por saber qué ocurrirá en los hospitales y la curiosidad por el tamaño de la resistencia de los padres, el nombre de la película finalmente adquiere sentido.

¿La guerra declarada es contra la enfermedad del hijo, depositario de lo negro y funesto que el destino tiene de regalo para las parejas en donde él se llama Romeo y ella Julieta? ¿Es una guerra contra ellos mismos y su resistencia, otro signo de que con esos nombres su unión estaba destinada a ser todo lo difícil que fuera posible? Hay una secuencia en la que tanto doctores como familiares y pareja-puesta-a-prueba, se mueven y hablan como si se trata de una película bélica. ¿Es la reacción con tácticas de guerra ante algo que ocurre todos los días pero no por ello deja de ser grave?

Declaración de guerra es una lista enorme de preguntas parecidas hasta que una igualmente dura pero que había pasado desapercibida aparece de repente. ¿Cómo es que esta pareja va a pagar el desplante “bélico” de su hijo? Los doctores pocoo a poco entran al plano y vemos, con agrado, que mucho del impulso de la cinta se debe a que está dedicada al trabajo de los hospitales públicos, a su importancia y a la necesidad que tienen todos los países de consolidar un sistema de salud público que funcione, sin importar el tamaño de las batallas, sin importar si unos mueren y otros no.

Es sí una película sobre la resistencia del ser humano, pero también sobre cómo esa resistencia sería invisible sin la sanidad pública, por muy extraño que ello pueda sonar. Eso la hace merecedora de nuestra atención. No se va a arrepentir porque, al final, es la historia de Romeo y Julieta.

Declaración de guerra
(La guerre est déclarée, Francia 2012)
Dirige: Valérie Donzelli
Actúan: Jérémie Elkaïm, Valérie Donzelli, César Desseix, Gabriel Elkaïm
Guión: Jérémie Elkaïm, Valérie Donzelli
Fotografía: Sébastien Buchmann
Duración: 100 min.

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