Ellas, crítica

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Ellas
Bellas de noche
Por Erick Estrada
Cinegarage

No es la primera película que busca explorar la fantasiosa pero prácticamente obvia frontera entre el aburrimiento burgués de las grandes ciudades y el juego del sexo desinhibido, de compra-venta, de la salida jovial y natural que para el hombre representa el sexo.

La exploración favorita de esa delgadísima línea desnuda es, por supuesto, Bella de noche (Francia-Italia, 1967) de Luis Buñuel, esa serie de latigazos que desde las pulsiones sexuales más bizarras, el director ya en su etapa francesa, lanzaba a las buenas conciencias de occidente, acusándolos con toda razón de estar más tranquilos ante la frigidez de sus mujeres que de regocijarse en algo tan humano como el sexo.

París también fue testigo de los embates de aburrimiento traducidos en sexo salvaje y despersonalizado en El último tango en París (Francia-Italia, 1972). En la película de Bertolucci, sin embargo, el tema de la prostitución no era ni evidente ni sugerido, pero sí aparecía con toda claridad una clase media atrapada en las cercas de las que antes se vanagloriaba, aburrida y sin rostros ni nombres, capaz de hacerse festiva únicamente a través del sexo brutal desprovisto de recuerdos.

Ahora, también en París, Margolzata Szumouska narra la historia de una reportera encargada de realizar una investigación sobre la prostitución juvenil. Eso la lleva a enterarse de una red de estudiantes que se prostituyen y lo que impacta a esta reportera (Juliette Binoche) es que las chicas con las que habla (dos) no buscan el pago de la colegiatura sino mantenerse en el círculo consumista de una ciudad tan cara como París.

En algún momento de la película, el personaje de Binoche pregunta a una de ellas qué tipo de gente recibía y la chica, sin dudarlo, responde “esposos aburridos”. Es probablemente en ese momento en que la reportera ve la luz y se observa a sí misma (a través de un flashback poco convencional y muy extraño) que es una de las víctimas que en Ellas se dibujan lánguidamente y que en Bella de noche y El último tango en París, aparecen con poder: la clase media aburrida, fantasmal, desinteresada, abstraída en sí misma.

Aparecen entonces las exploraciones sexuales y el juego de viscosidades de Szumouska, de sonidos y de encuentros que van del sadismo y la sodomía a la masturbación y el entendimiento de que la mujer que interpreta Binoche está aburrida y que ve en las dos jóvenes prostitutas un vehículo de esperanza y de jovialidad.

Hasta ahí, nada que reclamarle a la película. El exceso y el error llega, inconvenientemente, en otras obviedades. Las tres mujeres que vemos interactuar y hermanarse mientras comparten sus anécdotas sexuales son, desgraciadamente, tan prototípicas que lo que podría haber sido una bomba (como lo fue Deneuve y como lo fue Brando), se apaga en tomas que a veces se sienten vacías. La casa misma en la que se escurre el aburrimiento de la periodista, su más que ausente esposo, sus hijos y los escapes al balcón para fumar son igualmente obvios y estereotipados.

El segundo error de Szumouska es la ligereza del trato. A los mismos problemas con que Buñuel se enfrentó con sentido del humor rasposo y sexual y en los que Bernardo Bertolucci dejó que Marlon Brando fabricara un divino monstruo, a esos problemas de aburrimiento y encierro, de monotonía urbana y familiar, Szumouska responde de manera tan elemental que todo, incluso su resolución y la surrealista escena de la cena con los “esposos aburridos” en la que deberíamos entender que detrás de cada corbata hay un mundo oculto o un fetiche en espera de ser descubierto, resulta contradictoria.

Las respuestas de Szumouska son llanas, sin profundidad y eso, con una mano más fina y un ojo más violento nos habría dado para mucho en la sobremesa y el autoanálisis. Así como está, desgraciadamente no rebasa el límite del anecdotario. Lo peor de todo es que en medio está una delicada y sutil Juliette Binoche.

Ellas
(Elles, Francia-Polonia-Alemania, 2011)
Dirige: Margolzata Szumouska
Actúan: Juliette Binoche, Anaïs Demoustier, Joanna Kulg, Louis-Do de Lencquesaing
Guión: Margolzata Szumouska, Tine Bryckel
Fotografía: Michal Englert
Duración: 99 min.

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