La 5a de Cannes
Los desvaríos de Reygadas y más presencia mexicana
Por Joaquín Rodríguez (enviado).
La presencia mexicana en Cannes este año ha sido notoria y hasta cierto punto muy notable. Prácticamente todas las secciones contaron con representación nacional. Desde la proyección de los cortometrajes ganadores del Festival de Morelia en la Semana de la crítica, pasando por dos títulos en la Quincena de realizadores: La sirga, coproducción México-Colombia dirigida por William Vega, y Fogo, de Yulene Olaizola, también una coproducción pero en este caso entre México y Canadá; hasta llegar a los dos largometrajes que nos representaron en la Sección Oficial.
De estos dos últimos, el primero, Después de Lucía, de Michel Franco, se vió el martes pasado en la barra paralela denominada Una cierta mirada, y la verdad es que a reserva de hablar de ella más adelante, se trata de un filme interesante que fue bien recibido y supera con mucho los resultados obtenidos anteriormente por su director en su debut, Daniel y Ana. Ahora, Franco muestra mucho más solidez narrativa, aunque con caídas de ritmo al insistir en obedecer ciertos métodos minimalistas de moda, para contar la intrigante historia de una familia fragmentada, padre e hija, quienes deciden trasladarse de Puerto Vallarta a la Ciudad de México buscando escapar del recuerdo de la madre recién fallecida. Sin embargo, lo que debería ser un nuevo inicio se convierte en un viacrucis: él debido a que su depresión le impide reintegrarse a su trabajo como chef; y ella, una adolescente, porque en su nueva escuela se convierte pronto en objeto de un despiadado bullying luego de un desafortunado encuentro sexual con uno de sus compañeros.
Lo que ocurre después, que no contaremos, es digno de análisis y si bien la progresión dramática de la historia tiene una serie de incongruencias, y la psicología de los personajes adolece de cierta falta de profundidad y de esquematismo, es particularmente meritorio que el director -y también guionista- se decida por plantear situaciones álgidas sin renunciar a explorar las consecuencias de las acciones de sus protagonistas, algo que con mucha frecuencia los realizadores en México no hacen, conformándose solo con exponer momentos climáticos sin mayor trasfondo, cual si de una telenovela se tratara. Sí, el final, sorpresivo y abrupto, puede resultar un tanto frustrante y contradecir justo lo que se acaba de exponer (sería muy interesante saber qué pasa después de que el protagonista toma una decisión tan radical), pero Franco ya ha desarrollado con suficiente habilidad una serie de eventos que desembocan en una espiral emocional con muchas ramificaciones.
Esperemos al estreno nacional de Después de Lucía, pero es justo reconocer que recibió buenas, si no extraordinarias, críticas. Y no, no hubo ovaciones ficticias de diez minutos como las inventadas luego por la prensa y representantes de la película (recuérdese el caso de Días de gracia el año pasado), pero sí un aplauso cálido y satisfactorio.
En cambio, como ya ha sido -ahora sí de manera fidedigna- reportado por la prensa internacional, Carlos Reygadas, quien compite en la mera mera Sección oficial con Post Tenebras Lux, fue objeto de abucheos al término de su primera función de prensa. Quien esto escribe tuvo oportunidad de verla en la segunda función de prensa, en una sala mucho más pequeña y que escasamente estaba a la mitad de su capacidad, en donde la proyección terminó con un incomodo silencio que bien podría interpretarse como incredulidad, o mejor dicho, desconcierto.
Y es que no es para menos. Reygadas, con este, su cuarto largometraje, se muestra más espontáneo que nunca -y no es la espontaneidad una cualidad que su cine haya ostentado hasta ahora-, pero es justamente la experimentación libre y desenfadada que aparentemente está intentando aquí lo que lo ha llevado a “perpetrar” -si el término es adecuado- una película arbitraria e incoherente poblada fundamentalmente por una sucesión de imágenes, brillantemente filmadas muchas de ellas eso sí, que terminan por no tener el menor sentido dramático, ni unidad, ni significado. Hay una serie de hilos argumentales definibles, sobre todo el concerniente a una familia de clase media alta cuyo traslado al campo no la ha librado de la descomposición física ni espiritual como lo pretendían, pero estas anécdotas no llevan finalmente a ninguna parte y peor aun, todo se antoja gratuito y enormemente superficial.
Siempre he tenido problemas enfrentándome a la obra de Reygadas, lo confieso –aunque todos lo saben-, pero he de concederle que, por lo menos en esta ocasión, la que ha sido una de mis críticas más constantes a este cineasta no aplica. Post Tenebras Lux se siente como una película absolutamente personal y que no abreva de ninguna fuente discernible como en sus filmes anteriores, de los cuales siempre sospeché a propósito de las “referencias” a Tarkovsky, Bresson o Dreyer, entre otros. Aquí el universo se antoja profundamente personal y es evidente que hay un cineasta con un dominio de su técnica y estilo que está hurgando en territorios distintos a los anteriores, haciéndolo simple y sencillamente “como se le pegó la gana”. Eso está bien, pero no justifica lo que algunos podríamos considerar excesos, fallas, o simplemente la apreciación, también muy personal, de la capacidad para comunicarse con el espectador.
Reygadas ofreció algo así como un bizarro collage de imágenes y situaciones, muy emparentadas por cierto a su corto Este es mi reino, de la antología Revolución, y lo que ha obtenido, por lo menos hasta ahora, ha sido el peor recibimiento por parte de un festival que lo había halagado sobremanera en los últimos años, convirtiéndolo de paso en uno de los nuevos “autores” -que alguien me explique qué es eso- más emblemáticos de dicho evento. La prensa, salvo algunos que han optado por ser ambiguos y no emitir juicios –por aquello del “no vaya a ser que por su genialidad le den la Palma”-, no ha sido benévola en esta ocasión, y de hecho fue muy significativo que la conferencia de prensa haya estado particularmente despoblada. Dicha conferencia tampoco dio para mucho, salvo la declaración del director respecto a que se sintió halagado por los abucheos. En fin, hubo quien le echó la culpa de la falta de quórum a Nicole Kidman, quien justo en esos momentos posaba para la prensa por la presentación del filme The Paperboy en una de las terrazas del Palais. ¡Carita mató talón!
Mañana, por fin, será la proyección de otra cinta muy esperada, Cosmopolis, de David Cronenberg, y con ello prácticamente terminará el maratón de la Sección oficial. En este sentido, parece que los esfuerzos de Cinegarage.com darán fruto y tendremos una entrevista con el propio Cronenberg.
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Ja y si gano.