La 4a de Cannes

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La 4a de Cannes
On The Road, la primera gran sorpresa y la debacle de Argento
Por Joaquín Rodríguez (enviado)

Por fin llegó el día de descubrir una de las películas más esperadas de esta edición de Cannes, On The Road, de Walter Salles, sobre la ya mítica novela de Jack Kerouac, de la cual ya se había venido diciendo en los últimos días que no habría que esperar demasiado. Por un lado, su complicada gestación, prolongada a lo largo de varios años; por otro, la naturaleza de una novela considerada infilmable; y finalmente, el rumor surgido de algunas exhibiciones previas, todo lo cual se sumó a una percepción generalizada respecto de que había que temer un poco lo peor. Y lo peor, en efecto, es que dichos rumores resultaron ciertos. On The Road (En el camino) es, tristemente, una película absolutamente fallida, y para agravar las cosas, terriblemente aburrida.

Cierto, la primera hora es bastante digerible dado el buen oficio de Salles, los excelentes valores de producción, un reparto adecuado y agradable a la vista, en fin, hay ritmo y cierta atmósfera; pero ya para la segunda hora se hace evidente que Salles y su guionista, José Rivera, responsables hace algunos años de Los diarios de motocicleta, poco pueden hacer para trasladar a imágenes fílmicas la prosa literaria tan compleja, significativa e introspectiva de Kerouac. Lo que en papel funciona, en pantalla simple y sencillamente se siente vacío, reiterativo, simple. La película se convierte en una mera y correcta ilustración de la mínima anécdota de varios pasajes del libro, y poco se logra en cuanto a transmitir cabalmente los estados de ánimo de los personajes y las sensaciones emanadas del mundo que les rodea.

Por algo Francis Ford Coppola, coproductor del filme y quien ostentaba los derechos de la misma para el cine, lo pensó dos veces y luego de muchos años renunció al proyecto de dirigirla. Era una empresa sumamente riesgosa la de adaptar esta novela clave para entender la cultura beatnik de los Estados Unidos a mediados del siglo XX, y Salles, brasileño que dudo mucho haya sido el más indicado para intentar descifrar ese mundo, naufraga a pesar de sus buenos esfuerzos. Ya para el final de la cinta nada es creíble, y mucho menos esos actores bastante capaces que por alguna razón terminan por verse justamente como eso, actores contemporáneos que no entienden lo que están actuando ni porque. ¿Por qué? Esa es la pregunta aquí. ¿Por qué adaptar On The Road? ¿Por qué contar esa historia en cine y en qué términos? ¿Y para quién? El peor defecto de la película es su eventual superficialidad, y eso es lo primero que se debió haber evitado. El globo de Salles se desinfla cada vez más.

Por otra parte, el festival nos regaló la primera gran sorpresa justamente con un autor que se consideraba ya desinflado luego de su promisorio debut hace casi treinta años. Se trata nada menos que de Leos Carax, quien durante la década de los 80 prometió demasiado con filmes como Boy Meets Girl y Mauvais sang (Mala sangre), para luego ser denostado por el fracaso económico y artístico de Los amantes del puente nuevo, y más adelante la insufrible Pola X. Ahora regresa con Holy Motors (Motores celestiales), una indefinible y bizarra fusión de géneros que juega tanto al melodrama, al musical, al thriller y la comedia negra para narrarnos la historia de un hombre cuya profesión es la de adoptar diferentes disfraces a lo largo del día, siendo transportado a bordo de una enorme limusina blanca a través de París entre una misión y la otra. Cada disfraz es una historia o episodio independiente de los otros, y las razones por las cuales este tipo trabaja en ello, por qué y para quién, nunca son explicadas. Carax simple y sencillamente establece un juego con el espectador y propone una serie de situaciones absurdas cuyo sentido no se establece. Lo que sorprende es su inventiva visual, su ritmo, su capacidad de crear atmósferas raras y sugerentes, su delirio sin llegar nunca, ni de cerca, a ser excesivo.

La verdad es que mientras uno menos sepa de Holy Motors más disfrutable se vuelve la cinta. Cabe añadir que el reparto lo encabeza el actor fetiche de Carax, Denis Lavant, estupendo en los 11 personajes que interpreta; y hay apariciones especiales de Eva Mendes y Kylie Minogue, que de verdad se cuentan entre lo mejor de la propuesta del director. Claro está, dadas las características de la película, provocó reacciones muy encontradas de la prensa y su pase recibió tanto abucheos como aplausos. Ojalá y se estrene en México.

En lo que se refiere a aplausos y abucheos, quizás no haya habido hasta ahora un fenómeno tan gracioso como el ocurrido durante la función de gala de medianoche de Drácula 3D de Dario Argento. La presentación de ya muy veterano director de culto de los 70 y 80 no pudo ser más entusiasta por parte de los organizadores y el público. Argento fue ovacionado y su trayectoria se celebró con un breve montaje de sus títulos más recordados. Luego se procedió a la proyección de su más reciente largometraje, y ya desde ahí las cosas empezaron mal. Cosa rara en Cannes, la proyección se detuvo a los dos minutos pues el 3D no se apreciaba correctamente. Luego de casi diez minutos Thierry Fremaux en persona ofreció disculpas a Argento y los asistentes.

Finalmente, la proyección reinició, y eso fue tan solo el principio. Lamentablemente, Argento ha conseguido con este Drácula 3D, lo que ya es mucho decir, su peor película hasta la fecha. Poco queda ya de su estilo, su sentido del humor, su capacidad para manejar la violencia con vitalidad y enfermizo ingenio. En honor a la verdad no se puede decir que la suya sea la filmografía de un gran director, pero sí de uno que marcó a una generación con una vitalidad muy particular y un ojo eminentemente cinematográfico. Este Drácula pudiera haber sido filmado por cualquier churrero de tercera, de esos que abundan en los créditos de los subproductos de horror elaborados directamente para el mercado del DVD. La violencia es ya rutinaria y filmada sin encanto alguno; la imagen es chafa; los actores, entre quienes se cuenta a la hija del director, Asia Argento, y el veterano Rugter Hauer– que ya no es ni la sombra de lo que fue- son pésimos; el guión simple y sencillamente torpe. Hubo quien afirmó, a favor de Argento, que su intención fue parodiar ese cine de horror chafa, pero lo grave es que quien lo hace sea quizás el mayor referente del giallo italiano de varias décadas y su deslustrado oficio actual no le permita diferenciar su trabajo del de tantos otros realizadores sin estilo ni capacidades técnicas. ¡Una pena! Pero lo verdaderamente triste fue que al final de la función no haya habido más que algunos pocos, discretos y respetuosos aplausos, muy breves, para dar paso a una salida presurosa de esos fans que hora y media antes habían iniciado la proyección con tanto entusiasmo. Argento no se inmutaba, pero sus actores no sabían ni para donde voltear.

Y uno se pregunta si no hubiera sido preferible en el marco de un festival como Cannes homenajear al buen Argento con la proyección de uno de sus viejos filmes restaurados como El pájaro de las plumas de cristal (1970), Rojo profundo (1975), Suspiria (1977), o incluso Ópera (1977), su ultima película meritoria. Por hoy es todo en Cannes 2012, y aun restan cinco días.

Checa aquí el primer reporte desde Cannes 2012.
Checa aquí el segundo reporte desde Cannes 2012.
Checa aquí el tercer reporte desde Cannes 2012.

Comment (1)

  1. gracias Joaquin por la reseña de la pelicula ON THE ROAD
    pero yo sigo con ganas de verla
    porque son fan del libro y los personajes
    si tal vez sea dificl de llevarla al cine
    ya que es una historia llena de pasion

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