David Mackenzie, entrevista

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David Mackenzie
Al final de los sentidos
Cinegarage

Intrigante es una palabra que se podría ajustar a prácticamente cualquiera de los largo metrajes de David Mackenzie, un cineasta inglés que se ha dedicado a entender temas como la locura, el sexo, el amor y hasta la paranoia. Ahora en México se exhibe su peníltima cinta, Al final de los sentidos (en 2011 entregó también Tonight You’re Mine), un viaje casi enfermo por los canales menos aterciopelados del amor, una visión apocalíptica que habla más de lo que no se ve que de lo que queda plasmado en la pantalla.

Les dejamos una entrevista con Mckenzie para que obtengan un panorama más personal de su cinta, ahora en cartelera, Al final de los sentidos.

El guión de Al final de los sentidos no es de tu autoría. ¿Cómo te involucraste en el proyecto?
Estuve casi un año trabajando en Los Angeles en una película totalmente independiente, pero dentro de esa mecánica hollywoodense de hacer cine. Cuando regresé a Glasgow, mi compañía productora tenía ese maravilloso guión y me pidieron que lo leyera. Me pareció fascinante, y encontré en él la gran oportunidad de hacer algo mucho más íntimo y contenido, alejándome de lo que había sucedido en los últimos meses.
Lo que era totalmente fascinante del guión era esa historia gigante, épica, apocalíptica, narrada básicamente a través de los ojos de dos personas. Era lo que yo llamaba una “pequeña gran película”, pues tocaba un tema que repercutía en toda la humanidad, de manera global, pero en una escala muy personal, muy íntima y muy emocional. Era una excelente oportunidad de hacer algo diferente.

Hablando del guión, específicamente, ¿cómo lo llevaste a pantalla? ¿Estuviste trabajando de la mano con el guionista?
El guión de Kim (Fupz Aakeson) era extraordinario. La verdad, el concepto y la historia es 100% de él, pues mi aportación fue más visual que temática. Mucho de mi trabajo con Kim fue de cómo visionábamos las escenas y cómo conseguiríamos transmitir todo el trasfondo metafísico y poético de su guión, junto con los trucos visuales/sonoros/temáticos para que la audiencia “sintiera” lo que sucedía.

A partir de qué decidiste involucrarte en el proyecto, ¿ya sabías que querías trabajar nuevamente con Ewan McGregor?
Cuando terminé de leer el guión, ya sabía que quería trabajar con dos personas y obviamente con Ewan. Desde que trabajamos en Young Adam (en 2003) estuvimos buscando un proyecto que pudiera funcionarnos a los dos. En cuanto leí el personaje de Michael, sabía que Ewan lo haría increíble.
La segunda persona fue el encargado de la partitura musical, Max Richter. Es una persona sumamente talentosa y tiene una capacidad increíble de hacer música muy épica, pero su habilidad es hacerla con pocos músicos e instrumentos. Y era la perfecta combinación que yo necesitaba para contar la historia: que la atmósfera sonora nos diera esta escala global, pero muy íntima, con silencios, acordes sutiles, poca presencia de instrumentos. Al final, la música es muy emotiva y sencilla, pero evoca una atmósfera más nostálgica y ensoñadora.

Tu anterior película (You Instead) es una comedia romántica muy ligera, en la que una pareja se enamora durante un concierto tipo Woodstock. Son dos películas diametralmente diferentes. ¿Qué nos puedes decir al respecto?
Comparado con Al final de los sentidos, esa anterior película fue totalmente ligera, para un público más juvenil y en un tono mucho más relajado. Era, en términos generales, como una película para llevar a la novia, para pasar el rato. No pretendía dejarte pensando, era simple diversión. Pero eso lo hace mágico: como director tener la oportunidad de evolucionar, de jugar con géneros, historias, temáticas es invaluable. Ser director te permite cambiar de intereses, de visiones, jugar con los elementos que tienes. Muchas veces las historias tienen hilos temáticos similares, pero cuando no, puede ser muy interesante explorar nuevas formas de narrar.

¿Qué tal la experiencia de Spread con Ashton Kutcher? ¿Qué tal fue trabajar con un actor tan pop como él, aunque la película fuera independiente?
Toda la visión de trabajo es diferente. Aunque la película fuera producida y financiada de forma independiente, estar en Los Angeles, dentro de la maquinaria hollywoodense de hacer cine, era radicalmente diferente. Todo es más grande, más planeado. Y tiene sus ventajas. Más aún con alguien como Ashton Kutcher. Tú dices que es un actor pop, y aunque sí ha adquirido esa etiqueta, la verdad es muy profesional. Se comprometió mucho con su papel.
Lo que sí es innegable es que Los Angeles es una ciudad hermosa pero caótica, siempre en movimiento. Y algo de la visión caótica de Al final de los sentidos surgió de mis experiencias allá.

Parte de la película se desarrolla en México.
Sí, dentro de esos pequeños universos de la trama, uno sucede en las calles y en un mercado en México. La idea era, justamente, darle una escala global, a pesar de que nuestra historia se desarrollaba en el micro-cosmos de Michael y Susan. Al final, la temática toca temas universales: amor, perdón, alienación, culpa, y obviamente, la relevancia de nuestros sentidos en lo que nos rodea, y cómo podemos enfrentar al mundo con o sin ellos.

¿Qué planes tienes a futuro?
Trabajo en dos proyectos. Uno es una historia que sucede en una prisión. La otra, la cual me tiene muy entusiasmado, es una película de ciencia-ficción. Pero no como Al final de los sentidos, cuyos temas afines con la ciencia ficción eran muy sutiles, sino ciencia ficción en serio. Es una historia sobre viajes espaciales y la inmensidad del espacio.

La película usa de manera original los aspectos técnicos para resaltar la pérdida de los sentidos.
Trabajamos mucho para encontrar cómo manejar la pérdida de los sentidos. El guión de Kim lo dejaba perfectamente bien explicado y debíamos lograr esa misma sensación para la audiencia. La decisión de usar el audio y la imagen para enfrentar la pérdida del oído y la vista fueron obvios. Lo complicado fue intentar hallar la forma de comunicar la pérdida de sentidos como el olfato y el gusto, pues no hay forma de hacerlo tan visual/sonoro en el cine.
Lo que decidimos fue jugar con esos excesos anteriores a la pérdida de los sentidos. En las escenas del olfato, por los lugares elegidos, se puede casi oler el pescado, el jabón del suelo, la comida. Luego, con el gusto, fue brillante cómo el guión se clavaba en los temas de la consistencia, lo crocante de la comida, las sensaciones no del sabor en sí, sino de la cualidad de la misma comida. Eso es un logro básicamente del guión, y solo trabajamos para hacerlo real y creíble.
Como dato curioso: cuando la película se estrenó en Sundance, debido al clima tan extremo en épocas de festival, había gente agripada, tosiendo… Yo estaba nervioso pues era una sala de casi 700 personas, y se escuchaban voces, rumores, gente que continuaba tosiendo. Pero cuando empezaron a ver en pantalla la pérdida de los primeros sentidos dio la impresión que le apagaron el audio al público. Dejaron de oírse hasta las personas tosiendo. En las escenas finales, la gente no se movía… no hacía el más mínimo ruido. Fue como un trance, como si estuvieran aguantándose las ganas de toser, de estornudar. Cuando empezaron los créditos finales, la gente inició nuevamente a toser. Fue increíble.

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