FICM 6

FICM 6
Bond, Santos Bond
Por Erick Estrada
Cinegarage

El Festival va a 100 por hora y se siente, para bien. El día arrancó con la proyección de I Hate Love, segundo largometraje de Humberto Hinojosa, a quien conocimos con la estupenda Oveja negra y que está en Morelia del lado, digamoslo por nosotros, del cine que quiere conectar con su público natural. Se trata, de todos modos, de una película más compleja de lo que pudiera parecer aunque no entregue al 100% todo lo que promete con su arranque.

Seamos más claros. La historia es la de una chica californiana que, tras dos intentos de suicidio después de que su propia madre se suicidara a su vez, tiene que viajar a México para la boda de supadre con una mujer mexicana de clase media. Ello la conecta con tres buenos amigos que, muy pronto, se conectan con ella todos de maneras distintas, uno de ellos muy profundamente.

I Hate Love (el nombre en inglés es el original de la película, fenómenos para entender aparte) camina a partir de ahí entre el buddy movie, la comedia romántica, el retrato generacional y el drama sin dejar claro hacia dónde se dirige en realidad, lo cual, seamos sinceros, tampoco es un gran pecado. El problema, tratándose incluso de una propuesta fresca en sus clichés y esquematizaciones (la de la gringa “loca” y “medio puta” es, sin embargo, grave, muy grave), surge precisamente porque sabe que quiere conectar con su público y, aunque rebotando entre tantos ingredientes, le habla claramente.

Sí, el manejo de los símbolos (mar = amor = libertad = tragedia = obstáculos para el personaje) es bueno y efectivamente hay momentos que se acercan de verdad a la gente que ve la película, pero se dejan ver defectos que, raro, no estaban presentes en Oveja negra y que aquí hacen que la película tropiece consigo misma más de una vez. Hablando concretamente puedo mencionar cierto miedo en el desarrollo de diálogos y en el desplazamiento de los personajes a cuadro (discuten acaloradamente sin cambiar un centìmetro sus posiciones iniciales, por ejemplo), en situaciones que se interrumpen demasiado pronto resultando anticlimáticas, que a final ocasionan que otras frases no funcionen (es decir, el público no atrapa la señal) o que situaciones que debiern explotar se vean completamente inverosímiles en su propio universo.

El resultado, a pesar de haber apuntado con tino y de trabajar para llegar a él, es un tanto fracturado, predecible a pesar de todo y termina por subrayar los estereotipos que ya le pesaban durante su desarrollo. Eso, sin embargo y por lo que se vio en la función, no le impedirá conectar con su público y provocar reacciones que otras películas se nieguen de entrada.

El segundo plato fue la función de The Master, de Paul Thomas Anderson, que espera su estreno en la Ciudad de México y que, a juzgar por la respuesta que tuvo e asistencia aquí en Morelia, será simplemente espectacular. Esperemos a ello para hablar de la película.

Luego tuvimos en pantalla Everything or Northing: The Untold Story of 007, un documental que narra el desarrollo del personaje que hoy domina las carteleras del mundo entero y que es a la vez la saga cinematográfica más larga y exitosa en la historia, desde los aspectos autobiográficos en las novelas escritan por Ian Fleming, los problemas de producción, de relaciones, financieros, laborales, legales, creativos y humanos que sus creadores (literarios y cinematográficos) tuvieron que sortear para entregar al mundo a un héroe que ha rebasado generaciones y nacionalidades.

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Se trata de un trabajo enormememente didáctico, cierto, pero los susurros debajo del tema del 007 son tan emotivos que es casi obligado experimentarlos, desde el amor por el quehacer cinematográfico  hasta los egos enfrentados a pesar de los cuales salen a flota estos y muchos más proyectos y, claro, el atractivo (y su por qué) de un personaje tan identificable pero que apenas contó con una escueta descripción de su físico en las primeras novelas de la serie. Si se quiere entender el fenómeno del cine, el mecanismo de las películas de acción y, quizá lo más atractivo, la posibilidad de mutarle el rostro a un personaje completamente entrañable, Everything or Nothing es simplemente indispensable.

Indispensable también es el trabajo de quien quizá sea una de los mejores documentalistas de Latinoamérica (y con quien vimos Everything or Nothing, por cierto), Everardo González: Cuates de Australia. Es, lo hemos dicho ya muchas veces y respaldan al trabajo los premios y exhibiciones alrededor del mundo en otros festivales, un discurso poderoso e inspirado, una película sólida y eficaz y que, además de todo, se centra en su entorno para entregar un mensaje mucho más profundo del que se detecta en un principio. Seguramente este trabajo contará pronto con exhibiciones en la cartelera mexicana y ahí profundizaremos en los comentarios.

El estreno de la noche, de todos modos, estaba anunciado desde hace días y es que El Santos vs. La tetona Mendoza tuvo también su primera exhibición pública. Habrá, también, comentarios más centrados en la película cuando finalmente se estrene a nivel nacional, pero desde ahora les aseguro 93 minutos de desmadre universal con toooodos los Bichir y un elenco que muchas super producciones quisieran para la escena de una fiesta. Esa es precisamente la descripción más cercana al espíritu de la película: se trata en realidad de una fiesta alrededor del humor de dos creativos como lo son Jis y Trino: mordaz, violento, sin censuras y sin saber lo que eso significa.

Ver ese humor en la pantalla grande (incluso con los defectos que cualquiera quisiera achacarle al guión y que, honestamente los tiene), desenmascara mucha de la doble moral de la clase media mexicana, rescata el espíritu ultra urbano de sus personajes (y de tantos otros en el cine mexicano) y deja claro que el público masivo mexicano posee un lenguaje muy propio que ahora se revitaliza en los personajes de Jis y Trino, muy a pesar de muchas buenas conciencias y guardianes de la propiedad.

No es, sin embargo, una mordacidad al estilo South Park (que nunca omite nombres y apellidos, por ejemplo), pero sí una que resucita el toque surrealista tanto de los personajes como de películas mexicanas que muchos quisieran olvidar. Además trae de nuevo a nuestros ojos y oídos lo pacheco de sus estallidos, y con ello, un espíritu profundamente mexicano que mucha falta hace para balancear la propuesta cinematográfica mexicana. ¿Hay que decir que además es mucho más grato que se haga con estos personajes? Porque si hace falta decirlo, lo diremos.

Incorrección, leperadas, diálogos disparados en personajes disparatados, Guillermo del Toro dando su voz al “oráculo” más certero en la historia y, claro, tooooodos los Bichir. El reparto estuvo presente en Morelia para dar el gran cierre para la noche del jueves en este  ya entrañable Décimo Festival Internacional de Cine de Morelia.

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