Berlinale 2019. Out Stealing Horses, crítica

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Out Stealing Horses.
Las islas
Por Erick Estrada
Berlinale 2019
Cinegarage

Volvemos a los panoramas nórdicos de Hans Petter Moland. Volvemos a las historias que surgen de una nieve densa y que la mayor parte de las veces construyen una atmósfera envolvente a veces en dramas internos bien desarrollados otras incluso metidas hasta el tuétano en un cine de acción con personalidad propia. Moland no es para nada un improvisado y precisamente por ello extraña que con un drama biográfico como este haya errado en el tono y la película cruce -más veces de las que se quisiera- las fronteras entre la película biográfica diseñada para curar heridas, un coming of age que muy pronto revela que necesitaba algo más de amargura y una lista de memorias que conforme la primavera llega al polo norte europeo salen para terminar con las pesadillas de un hombre de edad avanzada.

Stellan Skarsgård interpreta a Trond, un viudo que no nos deja ver muy bien (y esa es la idea) si la amargura de su pérdida lo tiene encerrado en sus pensamientos o ha decidido escapar a una cabaña en las montañas convencido ya de que no quiere vivir entre humanos. Trond está alejado de su familia pero en algún momento se encuentra conversando con un hombre que parece cualquiera. A partir de ese momento, la película tomará un rumbo diferente y la fórmula comenzará a hacer agua en varias de sus partes.

Luces, miradas, paisajes y más nieves nos llevan poco a poco a lo que desciframos son las memorias de Trond en esos parajes, un verano intenso acompañando a su padre que trabaja como leñador y que de alguna forma ha decidido aislarse en la montaña como lo hace él ahora mismo.

Out Stealing Horses acierta en marcar el vínculo entre padre e hijo, pero pierde el rumbo en su forma. La película cuenta este renacer de las memorias, esta nueva exploración de un momento dulce pero rudo en la infancia a través de islas narrativas que salpican poco a poco la estructura a través de la cual conocemos a Trond. Estas islas a veces consiguen ser historias (o elaborarlas) pero la mayor parte de las veces quedan como botones de muestra, como acentos innecesarios, como colores que quizá no estaban convocados a esta pintura.

Mencionada dentro de Out Stealing Horses, “David Copperfield” (la novela de Charles Dickens) aparece como el modelo a seguir, la narración biográfica en la que el personaje muta y crece y a veces se vuelve testarudo y se reduce, la presencia de los amigos y de la gente que obligó a cambiar el rumbo. Sin embargo, es de nuevo la forma de la película la que impide el crecimiento real del personaje/Copperfield, un montaje erróneo en el que a veces sobran anécdotas y en otro simplemente hacen falta detalles, momentos de reflexión, pausas que en el salto entre isla e isla no se permiten, resultan contradictorias: Trond pasa efectivamente del traje campirano al traje urbano en un cambio de rumbo importantísimo en la película y a través de una anécdota final incluso enternecedora; y Trond conserva los callos en las manos fruto del trabajo de ese verano y esas marcas son a la vez las memorias que hemos visto desfilar en la pantalla. Pero la película no nos ha preparado para ese encuentro, simplemente ha tallado una superficie demasiado estrecha para llegar a ese momento en el que la infancia tiene que morir para salir y abandonar las vivencias de ese verano.

Cabos sueltos, islas inconexas que restan contundencia a la película y la hacen sentir complaciente, premeditadamente suave y, contrario a su idea inicial (construirnos a un personaje y mostrarnos su transformación), la hacen ver como una narración demasiado elaborada al repartir esa transformación entre tantos personajes.

CONOCE MÁS. Esta es la crítica de Erick Estrada a God Exists, Her Name is Petrunija, presentada en la Berlinale 2019.

Out Stealing Horses
(Ut og stjaele hester, Noruega-Suecia-Dinamarca, 2019)
Dirige: Hans Petter Moland
Actúan: Stellan Skarsgård, Tobias Santelmann, Danica Curcic, Jon Ranes
Guion: Hans Petter Moland
Fotografía: Thomas Hardmeier, Rasmus Videbaek
Duración: 123 minutos.

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