Si la colonia hablara, crítica. Película de la semana.

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Si la colonia hablara. Crítica.

If Beale Street Could Talk.

Lo negro en pantalla

Por Erick Estrada

Cinegarage

“Lo negro en pantalla” parece decir Barry Jenkins apenas ha comenzado su nueva película, una sucesión de elegantísimos planos, taciturnos pero poderosos en información, en recreación de época; una serie de viñetas que en una dulce cascada construirán una familia nueva en un barrio en donde los afroamericanos, lo afroamericano vive y resiste y toma forma como una expresión nueva, justo antes de que la pelea por los derechos civiles se cuele en la agenda cotidiana de los Estados Unidos. Un par de movimientos de cámara, un montaje brillante, calmo y sin agresiones y Jenkins insiste: “van ustedes a ver lo negro en pantalla”.

La historia ocurre, sí. Pero poco a poco la película nos invita más a un estado interior. Las cosas se suceden y nos llevan primero por una historia de amor casi encerrada. Tish (espectacular Kiki Layne), hija de una familia trabajadora y sin mucho dinero va a casarse con Alonzo (conmovedor Stephan James), el hijo favorito (es varón entre mujeres) de una mujer con ínfulas enfermizas. En el ir y venir de opiniones en la reunión de ambas familias para disertar sobre el futuro de estos chicos, en la las secuencias después de ello, de la descripción puntual y crítica, interna a más no poder en ese “negro” que Jenkins pega con certeza brutal, se dejan ver dos cosas, una conocida ya en sus discurso y la otra, nueva, que le da a esta historia de amor una capa que a su vez convierte a la película en algo extra.

En primer lugar está la descripción, la historia que casi sin querer se desarrolla con los hechos que Jenkins deja colar a la pantalla. En este montaje final parecería que ha eliminado premeditadamente información, secuencias y escenas que no se echan en falta pero que trastocan su narración. Y sin embargo, la información eliminada es la precisa para no hacer que la película tropiece sino, por el contrario, para dotarla de picos y valles que nos obligan a dialogar con ella, a abrir ojos y oídos para llenar los huecos y completar lo que se cuenta mientras se nos cuenta. En sentido estricto, no hay nada nuevo bajo el Sol pues por momentos es prácticamente la misma gramática que Jenkins explotó en Luz de Luna (EUA, 2016) y que nos daba la capacidad para leer sus silencios y multiplicar sus colores.

Por el otro lado, está James Baldwin y sus textos, que reflexionan alrededor de lo negro, de la negritud, del afroamericano construido a lo largo de siglos y que necesita levantar la voz frente a un mundo que se la quiere negar de origen. Ese lado combativo (y que experimentamos a profundidad en Enmienda 13 y No soy tu negro), los textos de los que surge el guión de la película, son los que muestran la rabia poética del oprimido, el reclamo adolorido del que sufre la injusticia, el llanto vuelto canto que es poema de Baldwin pero también es el soul que ruge y acaricia y que refleja un mundo desposeído, acostumbrado a violentar a quien ya se ha encargado de oprimir. If Beale Street Could Talk es entonces ese deseo de que la voz de lo que se grita y se reclama rebote en las paredes de esa calle de barrio afroamericano y le hable al mundo, que se convierta en un propulsor de la voz y del llanto y del reclamo y de la rabia que salpica las paredes a veces de sangre herencia de África, a veces de la saliva de quien le ladra su presencia.

Al sumar estas dos partes improbablemente juntas y al agregar esa historia traslúcida, algo se echaría en falta si el despliegue visual de Jenkins no tuviera el poder con el que cuenta aquí. La historia de amor surge de pases y de juegos en pantalla que multiplican luces, que bailan con una cámara ágil. El encuentro amoroso de los futuros padres culmina con un slow motion casi fuera de lugar, pero que en medio de la espectacular música de la película, sabe a lo que se ve y deja ver que lo que tenemos que leer está más allá pero surge de lo que tenemos aquí.

Poder y sutileza. El llanto luminoso del oprimido. Visualmente If Beale Street Could Talk es más un tratamiento que una descripción, como el ensayo, como la poesía, como el canto. Lo es porque aquí como en el soul importa más el estado de ánimo que la sucesión de hechos.

Lo poderoso del discurso de Jenkins, de esta aventura entre palabras, de estas imágenes entre sus cortes, es que no deja de escucharse, no deja de verse incluso sin la información sustraída.

El todo es lo que importa y surge de la historia de esta familia que nace frente a nosotros, entorpecida por prejuicios y opresión. Es la voz de la calle. Son los textos de James Baldwin. Si la calle Beale pudiese hablar escucharíamos todo lo que vemos en la película de Jenkins. If Beale Street Could Talk nos dejaría ver todo el llanto y la rabia, el dolor, pero también el poder de la resistencia en el amor. Es, sí, lo negro en pantalla.

CONOCE MÁS. Este es el episodio en el que Erick Estrada y Aurélie Dupire analizan a profundidad Luz de Luna, dirigida por Barry Jenkins.

Si la colonia hablara
(If Beale Street Could Talk, EUA, 2018)
Dirige: Barry Jenkins
Actúan: Kiki Layne, Stephan James, Teyonah Parris, Regina King
Guión: Barry Jenkins
Fotografía: James Laxton
Duración: 117 minutos.

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