Un monstruo de mil cabezas, crítica. Vean aquí la película.

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Un monstruo de mil cabezas
Un arma contra el sistema
Por Erick Estrada
Cinegarage

Estamos ante una pequeña tragedia urbana filmada con extraordinario oficio desde el ojo de Rodrigo Plá y la lente de Odei Zabaleta que entre imperceptibles movimientos de cámara, estupendos juegos de espejos y de apertura de espacios (esa secuencia inicial en la que las luces nos dicen quiénes están y en dónde en el arranque de esta dolorosa aventura), nos introducen poco a poco en un efecto bola de nieve de alcances dramáticos brutales.

Poco a poco, conforme estos espacios nos dejan ver también a nuestros distintos personajes, aparece en el horizonte una bifurcación en la narración que acomoda mucho de la emoción que al terminar el primer capítulo de la película comenzaba a hacernos falta.

Esto que vemos nos dice Plá con angustiantes voces en off (más por lo que dicen que por cómo lo dicen) es en realidad la narración de varios personajes que poco a poco descubrimos compartiendo los trozos de la historia todo en un espacio encerrado, un mini Rashomón que lejos de buscar darnos varios puntos de vista de la misma historia en una búsqueda de la fragilidad de la moral humana, intenta construir una narración en la que las falsedades y lo trágico de lo cotidiano se expresan al conocer lo que Sonia Bonet (una mujer que empuña un arma ante el sistema) tiene que sobrevivir buscando que el seguro médico que por años ha pagado sirva para un tratamiento urgente a la enfermedad terminal de su marido.

Nada complicado diría un director sin oficio mientras a través de su rigor Plá hace a esta casi minimalista historia una bola de demolición (que comenzó como bola de nieve rodando cuesta abajo) en la que las fracturas de la sociedad contemporánea se dejan ver en los ojos mentirosos y frases de escape huecas y oportunistas de doctores y abogados que, trabajando para una gran empresa de seguros, buscan evitar que ésta suelte un solo peso a sus beneficiados.

Es decir, lo que vemos es un flashback (dramatización dirían los mal informados) de aquello que los personajes reunidos cuentan a alguien encargado de recrear todo, una especie de flashforward que al enfrentar ese futuro y ese pasado en nuestro presente dota a la película de una atemporalidad brutal: esta historia ha ocurrido siempre, con bancos, con aseguradoras, con empresas y accionistas, con Ladrones de bicicletas (Italia, 1948) y Rossellinis y, trágico sentimiento, seguirá ocurriendo. Como esas voces en off el futuro nos está susurrando algo al oído.

Para dar acento a esta narración detrás de la historia Plá y Zabaleta se dan el lujo de meter en segundo plano una acción que resulta fundamental mientras en primer plano otra -que en una narración más tradicional tomaríamos como indispensable- queda fuera de foco, opacada. Gran jugada de apuestas a nuestra inteligencia y de descoloque emocional que aceitan la maquinaria que ya corre a toda velocidad. El foco selectivo se convierte en otra voz susurrante en una historia que ya no deja ver que haya vuelta atrás.

Sonia sigue caminando en ese trayecto sin retorno, redondea con casualidades y eventualidades que si bien se dan ciertas libertades no saben nada extrañas y nos deja ver el nivel de su situación (atrapada, encapsulada en su tragedia que es la de muchos) cuando la encierra a “pensar una solución” en un coche robado que en el encuadre queda oprimido y casi suprimido por la presencia de gigantescos edificios corporativos.

Cuando nos damos cuenta de nuevo que esta situación trágica y dotada de absurdos luminosos es compuesta por testimonios de los participantes, es inevitable recordar también a Canoa (México, 1976) de Felipe Cazals, otra tragedia popular igualmente vinculada al neo-realismo italiano -quizá más directamente que la película de Plá– y que se redimensiona no sólo por estar basada en un caso real sino porque igual que Un monstruo de mil cabezas (y como había hecho ya a su manera Ladrones de bicicletas) es algo que ocurre todos los días, a los pies de los edificios corporativos que muchos deciden admirar antes de cuestionarse todo lo que ocurre adentro… O debajo de ellos.

CONOCE MÁS. Aquí el episodio que sobre el guión de esta película hicimos con la autora, Laura Santullo, como invitada.

Un monstruo de mil cabezas
(México, 2015)
Dirige: Rodrigo Plá
Actúan: Jana Raluy, Sebastián Aguirre, Hugo Albores, Emilio Echevarría
Guión: Laura Santullo
Fotografía: Odei Zabaleta
Duración: 74 min.

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