La vida de Adele, crítica. Película de la semana.

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Aquí pueden ver La vida de Adele. Más abajo encuentran la crítica de Erick Estrada.

La vida de Adele
El enamoramiento
Por Erick Estrada
Cinegarage

Adele. Una chica de clase media, sin luces ni grandes instrumentos para sobresalir. Otra, Emma, algo más rebelde pues su situación económica –es de clase acomodada- se lo permite, en esas alturas nadie pierde nada. Ambas cruzan una mirada y el hechizo está lanzado.
Abdellatif Kechiche se toma todo el tiempo del mundo para narrar el surgimiento y posible catástrofe sentimental de esa pareja de jóvenes que, me atrevo a decir, solamente y de manera casual resultan ser lesbianas. Lo que no es casual y es algo que se plasma en todos los tonos posibles en esta muy embellecida narración es la diferencia social de los personajes. A veces con la sutileza de un guiño, otras con la estridencia de una pelea pasional, hay en La vida de Adele un choque de clases que le da un extra valiosísimo a las discusiones en que nos embarca el durante y el después de la película: sobre el amor, sobre el arte, sobre el propio cine si queremos y si recordamos que fue precisamente ésta película la que le valió a su director una Palma de Oro en el Festival de Cannes, uno de los más “artísticos” en el mundo, pero también uno de los más políticos.

Sin embargo, para entrar en esos túneles retratados con luces y tonos que nos remiten siempre al objeto de amor de Adele (las luces azules que nos hacen pensar en el cabello de Emma saltan de repente y se acomodan en los encuadres de esta narración dulcemente agresivísima) Kechiche nos embarca en un viaje sensual y sensorial soportado casi exclusivamente en close ups que, si bien reducen el margen del discurso, aquí sí son usados hábilmente para introducirnos en un estado en el que la razón deja de gobernarnos y los sentidos manejan el discurso.

Lo suyo es sí una historia de amor de dos chicas, ambas completamente diferentes, pero sorprende para bien que sea todo un viaje por las facciones de su personaje central, Adele (Adèle Exarchopoulos), de rostro angelical y sonrisa irresistible, de sus gustos y sus disgustos; es una exploración por la “misteriosa debilidad del rostro humano” como dijo Sartre, citado con esa frase en la película; es una travesía por las diferencias de enfoque, de raza, de miradas y de gestos en un afán más de marcaje de esas diferencias que de fraterno aglomeramiento, todo en el retrato de las caras.

Es decir, Kechiche quiere que nos enamoremos de Adele, nos sumerge en el trance de sus bellísimos close ups, nos adentra en la vida sexual de esta pareja con escenas de sexo muy cercanas a lo explícito (esas en no menos elegantes long shots) pero también largas en su duración: sin hombres en la cama y sin Hollywood a la vista, el sexo femenino se descubre y se destapa y se prolonga en la negación del orgasmo masculino y en el disfrute del femenino.

En ese enamoramiento es que incómodamente pero nunca de manera impertinente, elabora una dura narración de choque social, de diferencias que dan ventajas y asientan desventajas y que, en el mundo que ha dibujado la película, termina casi por negar la existencia del amor y por hacer perdurar la desesperanza. En un choque de clases amoroso como el que planeta Kechiche, los amantes saben que nada llegará demasiado lejos y que sacar ventaja es siempre bienvenido. En lo amoroso de ese choque de clases, quien saca ventaja es quien nació con ella y Kechiche, en medio de la hipnosis bendita que nos practica usando el rostro de Exarchopoulos, lo deja muy claro. Adele llora y no podemos sino tomarla de la mano.

Del lado sensorial probablemente el mayor acierto de este discurso en primeros planos sea que tampoco quiere ser pro gay, ni pro hetero (Adele sufre algunos encuentros que la convertirían en bisexual); no es pro tolerancia y ni siquiera es pro inclusión. Se trata, muy en la idea de la Nueva Ola, pro Adele (recordemos los close ups en corte revolucionario de Godard hacia el rostro de Jean Seberg); la película está a favor de los close ups exclusivos del lenguaje del cine que revelan el rostro de Adele, sus sonrisas, sus lágrimas y sus decepciones. La película está dedicada al personaje y aunque lo maltrata, el regalo plenamente cinematográfico es al ojo de quienes lo contemplan.

La vida de Adele
(La vie d’Adèle, Francia, 2013)
Dirige: Abdellatif Kechiche
Actúan: Léa Seydoux, Adèle Exarchopoulos, Salim Kechiouche, Jeremie Laheurte
Guión: Abdellatif Kechiche, Ghalia Lacroix
Fotografía: Sofian El Fani
Duración: 179 min.

Comments (14)

  1. Contra La vida de Adèle · Edit

    ¿Por qué tantas lesbianas estamos en contra de esta película? Aquí enumeramos las razones:
    – Fomenta tópicos machistas y morbo gratuito.
    – Vulgariza impunemente la maravillosa obra original, #Elazuleselcolormascalido, de #JulieMaroh, y la sexualiza convirtiéndola en basura.
    – Reduce la imagen de las lesbianas a mera pornografía para hombres y la relación entre ellas a una frívola fantasía machista.
    – Cosifica y explota a las actrices, #LeaSeydoux y #AdeleExarchopoulos, para hacer de ellas simples objetos masturbatorios.
    – Ningunea todos los temas profundos del cómic original, así como su buen gusto y sensibilidad, sacrificando su importancia para centrarse únicamente en la explicitud de unas larguísimas escenas sexuales totalmente innecesarias para la trama.
    – Intenta convencer al espectador de que estas escenas son imprescindibles para entender la vida de la protagonista, y en cambio no se regodea ni la décima parte con las escenas de cama heterosexuales (también supuestamente importantes para entender la vida de la protagonista y su evolución).
    – Convierte la visibilización y normalización lésbica en puro morbo para voyeurs y pajilleros.
    – #AbdelatifKechiche demuestra una total falta de respeto hacia la idea original concebida por la autora.
    – Es una película mediocre premiada y alabada injustamente sólo por su reclamo sexual, sin el cual la historia no destaca por nada y habría pasado completamente desapercibida.
    – Es ofensiva para las lesbianas, utilizadas una vez más para lo mismo de siempre: la consecución del placer masculino.
    – Toma por idiota al espectador queriendo venderle una supuesta gran historia de amor que no es más que vulgar pornografía.
    – Desaprovecha un fantástico material original y lo que podía haber sido una valiosa y memorable obra de referencia queda reducida al reclamo fácil y comercial.
    – Todo lo anterior se corrobora también con las eróticas fotos promocionales y la sexualizada campaña de publicidad.

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  2. Puedo darle cierta relatividad a esta película porque yo, que me identifico como heterosexual, no tengo una necesidad personal (más allá de la humana), de que se visibilize una historia lésbica y se muestre la discriminación a través del cine. PERO COMPRENDO perfectamente que algunas mujeres lesbianas sientan rabia al ver que la primera persona que expone y que dirige esta temática es un hombre heterosexual. Con el historial y el presente que siguen viviendo las personas con sexualidad no normativa, es muy absurdo que no se aproveche una película así para mostrar con profundidad la historia vista desde personas QUE LO HAN VIVIDO y sienten la necesidad de contarlo y reivindicar. En nuestra cultura, el lesbianismo se usa para la excitación masculina y no está visibilizado como una opción vital positiva y completa, y eso a mí también me da asco y rabia. En este sentido me sentí molesta en solidaridad, porque “La vida de Ad’ele” se queda en eso, en un ejercicio de excitación masturbatoria para hombres, un insulto a las lesbianas en particular y a la inteligencia del público en general.
    ES LÍCITO mostrar sexo en una película, por supuesto que sí, pero que me muestren honradamente las reglas desde el principio y no de una manera tan manipuladora y comercial. Dudo que si la película prescindiera de las escenas explícitamente sexuales entre las dos protagonistas (guapísimas, por cierto, y siempre depiladas y listas para el momento, por cierto también…) hubiese tenido la más mínima repercusión (o sí, vete a saber, de pelis malas está el cine lleno). ¿Y por qué? Porque esta es una película totalmente plana, y además larga y tediosa que evita en todo momento el conflicto.
    Lo que se presenta como un drama respecto al propio conflicto de la sexualidad en la adolescencia acaba siendo una historia mediocre con los mismo registros del manido amor romántico, de hecho, bastante afectada por una visión patriarcal y pequeñoburguesa.
    Adéle es un personaje altamente ostiable,que no lucha por lo que quiere sino que directamente se deja llevar, la caga en innumerables ocasiones y después llora y espera que las cosas se solucionen solas. Una adolescente de clase media a la que nos quieren presentar más culta que el mundo que la rodea cuando no es en absoluto espabilada ni mucho más lista que sus padres, que comen spaguettis mirando la tele y sin hablar entre ellos.
    Emma, una egocéntrica de campeonato representando el rol masculino de la pareja (cada vez más exagerado). El peor rol que puede representar un hombre: paternalista, dominante y que se considera muy superior intelectualmente a su joven novia. Hasta el punto de llamarla puta por acostarse con otro (¡y eso que antes de empezar con Adele, es ella la que tiene pareja!). Todo ello enmarcado en su mundo de pequeña burguesa con unos padres que comen ostras y le permiten ser la nini de la casa para centrarse en su arte.
    Se evitan TODOS los conflictos que se presentan en la película: el conflicto de Emma con su pareja hasta que se enrolla con Adele, el conflicto de Adele con los compañeros homófobos de su clase, el conflicto de Adele con sus padres al salir del armario, el conflicto de Adele con el entorno laboral y su homosexualidad… para ir a lo fácil: pongámoslas a follar durante 15 minutos para que a nadie el quepa duda de la pasión que las une.
    Esta no es una película sobre la homosexualidad, es un culebrón absurdo que ha utilizado el sexo lésbico como principal reclamo. Que nadie tenga valor para admitir una evidencia de tal calibre es lo tremendo, y por eso no debe resultar tan raro que a muchos y muchas (heterosexuales u homosexuales, aunque comprendo perfectamente que a las lesbianas les indigne más) nos parezca hipócrita.

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  3. Estoy en general de acuerdo en todo lo que plantean las lesbianas indignadas con esta película y también me rebelo contra la hipocresía y la imbecilidad de los críticos y festivales correspondientes. El sexo en el cine me parece un tema de lo más interesante porque muchas veces actúa como un reclamo morboso en si mismo que se desconecta del relato en el que está inserto. Desde luego la película que nos ocupa es un ejemplo claro de este efecto, y entiendo por ello la ira que ha provocado.

    La cuestión es: ¿es lícito mostrar sexo actuado en un relato? Yo pienso que sí, claro. Pero también es cierto que el carácter claramente perturbador de la visión de personas, aunque sea fingido, practicando sexo muchas veces no complementa la narración sino que ejerce como elemento distorsionante. Y, por supuesto, en “La vida de Adele” esto está llevado al extremo porque realmente las actrices están representando su sexo de una forma tan expícita que cuesta trabajo decantarse por si es sexo fingido o real. Para un espectador masculino heterosexual este momento claramente se desconecta del relato porque la excitación de ver esta fantasía es lo único que importa en ese momento. Y es normal que sea así. Lo lamentable es que el director y los críticos alabadores sean tan cínicos e hipócritas para hacer pasar este elemento determinante de la película como un hermoso complemento y no como un reclamo morboso, y por ende, comercial.

    Si quiero ver sexo, veo porno. Pero no me vendas cine con algo demasiado parecido al porno porque somos todos mayores y me estás tomando por tonto.

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  4. “La vida de Adele” es la película más machista que he visto en mi vida, además de perversa, tanto ella como sus intenciones, porque me parece repugnante cómo se abusó de estas dos actrices jóvenes por parte de un director ávido de morbo. Creo que no hacía ninguna falta mostrar tantísimo sexo y que si se hizo así fue únicamente para buscar polémica y audiencia, que se cargaron una novela original extraordinaria en función solo de la búsqueda de esta fantasía masculina heterosexual, que si hubieran sido dos hombres los protagonistas no habrían ido tan lejos las escenas de cama y tampoco la película habría sido tan alabada ni tan premiada y que de hecho si fue así fue porque los críticos (hombres heterosexuales, recordemos, en su mayoría) la valoraron más con los genitales que con el cerebro, ya que objetivamente es una historia bastante mediocre que no aporta nada.

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  5. Quienes tenemos verdadera sensibilidad despreciamos profundamente esta película, tan absurda y ofensiva como si hubieran puesto a Ingrid Bergman follando a cuatro patas en Casablanca… La vida de Adele no es más que pornografía comercial y facilona disfrazada de hipócrita intensidad.

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  6. Muchas lesbianas estamos muy hartas y muy indignadas de escuchar tantas alabanzas absurdas sobre esta película. Nuestra indignación no es una mera “pataleta” ni mucho menos el producto de una militancia fanática, como muchos creen, sino la lógica reacción ante alguien que descaradamente quiere aprovecharse y tomarnos el pelo. Si alguien quiere hacer porno, que lo haga, pero que no lo justifique haciendo ver que defiende algo o a alguien y sobre todo que se atreva a llamarlo por su nombre y a no disfrazarlo de otra cosa. Además creo que el poder de la sugerencia es mucho más importante que lo explícito y fácil, y creo que esta película, además, oculta sus carencias bajo toneladas de sexo explícito completamente injustificado. Está claro que a los hombres heterosexuales el tema lésbico les encanta y les atrae muchísimo, pero se les ve mucho el plumero para que luego lo nieguen con tanta hipocresía… Lo que ha rodado Kechiche no es arte, es simplemente pornografía para canalizar sus propias fantasías y disfrazarlas a través de tres horas de “pasión”, “filosofía de los cuerpos” y “sensibilidad”, y si algo me molesta especialmente en esta vida es que traten de venderme una moto falsa o que quieran hacerme comulgar con ruedas de molino.

    El cuadro del tipo que se excita viendo sexo entre dos mujeres es tan antiguo como el mundo, y “La vida de Adèle” no hace sino alimentar la fantasía de la que se nutren las películas porno de toda la vida. No entiendo con qué derecho este director se ha atrevido a utilizar a las lesbianas a través de una película que no es más que una apropiación machista y morbosa de su sexualidad.

    En ningún momento digo que el sexo sobre en una película o que haya que taparlo. El sexo puede ser explícito y necesario en una película, claro que sí, pero cuando se muestra de manera tan evidentemente morbosa, degenerada (con respecto al cómic) y vulgarizada como aquí pues sí, me sobra, porque ver unas tijeras de 10 minutos no creo que me aporte nada al resto del argumento, ni a mí ni a nadie, salvo mera excitación o morbo… eso es lo indignante, que en estas escenas el director está lejos de ser ingenuo o esteta al haberlas rodado, sino morboso. Ni las lesbianas practicamos tan frecuentemente las tijeras (de hecho es una postura poco común y que está más presente en las fantasías heteros que en nuestras prácticas reales) ni desde luego tampoco follamos así la primera vez, como dos actrices porno que ya lo supieran hacer todo. No seamos inocentes, por favor: nuestra indignación radica en el hecho de que la mirada de este director es bastante hipócrita, porque nos quiere vender unas escenas sexuales supuestamente filmadas con realismo, belleza y sensibilidad cuando lo que vemos es pura recreación pornográfica con fines comerciales. El sexo lésbico vende, y eso el director lo sabía y por eso lo ha explotado, por eso todas las justificaciones de estas escenas nos parecen cuentos y engaños bastante perversos. Creo que muchos tíos han visto la peli sólo buscando las escenas porno, es más, esas escenas ya aparecen insertadas desgraciadamente en muchas páginas porno de internet o incluso el vídeo entero de 10 minutos se puede encontrar fácilmente si se quiere ver porno lésbico.

    Cuando una película se estrena, el principal reclamo es necesariamente el director, los actores, la calidad de la misma o la recaudación obtenida en otros países. Nada de eso concurre en el caso de esta película, puesto que todos sabemos muy bien cuál ha sido el reclamo: la temática lésbica y las escenas de sexo, y así lo han aireado en todos los periódicos, artículos y críticas. Afirmar que la importancia o el éxito de “La vida de Adèle” se debe a otros motivos es cuando menos cuestionable, ya que si quitamos el componente lésbico, el principal reclamo, la historia no destaca por nada, no cuenta nada especial. Si sustituimos a una de las chicas por un chico, la película habría pasado completamente desapercibida. Precisamente se ha hablado tanto de ella por ser dos mujeres, prueba a cambiar a una de ellas por un chico a ver qué te queda… pues con una historia de lo más normal y corriente, nada de amor extraordinario. Para ver el ascenso y degradación de una pareja prefiero antes con películas como “Blue valentine” o “Revolutionary Road”, que son mucho más profundas y las interpretaciones de sus protagonistas muchísimo más ricas en matices. De modo que no nos hagamos los suecos.

    Esta película está llena de tópicos machistas y muestra una ignorancia absoluta sobre la realidad homosexual y lésbica, pero claro, como lo que prima y gusta siempre es la carnaza, pues se concede a la audiencia lo que pide, y ya si eso encontraremos argumentos para escudarnos hábilmente en que “son tres horas” y que “se le dedica la misma atención y duración a todas las escenas”, etcétera. Es una ceguera interesada e insoportable. El tema de la justificación a toda costa del sexo explícito es un tema que me parece muy cansino de puro evidente. Es más: creo que forma parte de una corriente pseudoprogresista que confunde tías en pelotas con apertura de mente. Y no me lo trago: una tía desnuda en una peli de autor está tan desnuda como una tía desnuda en una peli de Pajares. De hecho, la actitud del cine de Pajares me parece más honesta…

    Nos ha costado mucho que a las lesbianas se nos respete (y aún nos sigue costando diariamente) para que nos tengamos que ver expuestas de este modo y se nos visibilice sólo para fomentar el mito erótico frente al público mayoritariamente masculino, lo cual además resulta de muy mal gusto y muy frustrante, porque sentimos que es como si al exponer nuestro disgusto nos increparan: “¡Encima que os visibilizamos y de una manera artística además, os quejáis cuando deberíais aplaudir, sois unas histéricas y unas puritanas!”. Es casi como cuando las mujeres se ven “obligadas” a agradecer ese piropo que reciben por la calle sin haberlo pedido. Sinceramente creo que el día que veamos penes en pantalla con la misma frecuencia con que vemos coños y tetas podremos empezar a hablar de igualdad… y hasta que no vea una película de este mismo director que se recree durante diez minutos en dos hombres gays practicando un “justificadísimo” y “bellísimo” sexo anal seguiré pensando que Kechiche es un vulgar onanista y sólo ha buscado plasmar su propia fantasía y la de muchos hombres (es sintomático tanto la Palma de Oro en Cannes como que las mayores alabanzas procedan de críticos masculinos).

    El arte, al menos como yo lo entiendo, y el verdadero talento de un director, está en su capacidad para mostrar algo verídico sin tener que echar mano de los recursos más fáciles, sino sugiriéndolos o al menos no haciéndolos tan absurdamente explícitos. La película habría ganado así en fuerza, poder de sugerencia, universalidad y sobre todo mensaje, sin quedarse en una superficialidad tan vacua y concesiva. Pero claro, sin estas escenas tan provocadoras no habría causado tanto entusiasmo en la crítica, de hecho habria pasado bastante desapercibida. No puedo por ello dejar de pensar que la de Kechiche es una visión muy cosificadora, aprovechada y morbosa sobre las lesbianas y que con el diamante que tenía entre las manos podría haber hecho una obra verdaderamente maravillosa pero se quedó en lo fácil, lo cual me parece muy triste.

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    • Leyendo los comentarios, me parece que demeritar la película sólo por las escenas de sexo explícitas es desatinado. No hay pornografía justificada, como dicen: entonces el director hubiera hecho pornografía. Hay escenas de sexo explícito entre dos mujeres bellas, tal cual. “Que son prácticas que no se realizan con frecuencia en la realidad”, bueno, sólo recuerden: ES CINE. Y además la película no tiene porque ser complaciente con las posturas políticas de ciertas lesbianas que caen en el hembrismo, visión totalitaria y excluyente, al igual que el machismo. Si hay que mostrar sexo, el director optó por mostrarlo así, casi explícito; simplemente no quiso recubrirlo con la cursilería bobalicona de Hollywood, o las novelas de este país. Que sea la fantasía de “todos” los hombres, ¡bueno!, no precisamente. No hay “todos”; hay visiones particulares. Esta película es la visión particular de un director al narrar la historia del amor de dos mujeres: una relación particular, también.
      Y si han dicho que esos 10 minutos sólo sirven para justificar tres horas de “aburrimiento”, ¿notaron la coloratura, los diálogos cuidados, el detalle en cada toma al rostro de los personajes, sobre todo de Adele (la cámara respeta cada sentimiento del personaje al captarla en sus diversos momentos de tristeza, emoción, excitación, etc.), la música que nos va llevando, la profundidad de la pasión que existe en toda relación “intensa”? ¿Todo eso no vale nada? Pues entonces esperan ver algo más simple como el porno: vean porno y dejen de sentirse atacadas por el “machismo” de este director.

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      • No hace falta ver porno, esta película ya lo muestra… ya sabemos que es cine, pero el cine también tiene una función muy clara de visibilizar (y en ese sentido educar al espectador) realidades diferentes, y que el público no se cree opiniones sesgadas al respecto. Esta película, lo siento, sólo ofrece pornografía barata y sexo gratuito que no hacía falta incluir con tal extensión para el desarrollo de la historia, disfrazada de la historia de amor más increíble jamás contada. De haber sido dos hombres los protagonistas (o un hombre y una mujer), el director jamás se habría recreado así en una escena sexual entre ellos y la película no habría sido tan brillante para los críticos. Esta peli no ofrece nada más que el morbo de la homosexualidad femenina y, sobre todo, las imágenes explícitas que lo corroboran. Si la pareja hubiera sido heterosexual y si el sexo realista hubiera sido tratado de manera más sutil, de esta película ni se habla. Y mucho menos se la premia. A ver si se creen que ganó Cannes por su profundo guion y trascendentales diálogos y las “tijeretas” y las tetas bamboleantes no tuvieron nada que ver… Já.
        Y en cuanto a Adèle “Echopolvos”, no sé qué le ven a esta niñata, todavía le queda por aprender que actuar bien no es tirarse tres horas con la boca abierta y cara de empanada… me puedo imaginar por qué a los críticos les gusta tanto, debe estar más relacionado con sus atributos físicos y sexuales que con su verdadero talento interpretativo… Una pena.

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  7. Es una Pelicula PERFECTA. asta que llego alguien con la capacidad de mostrarnos lo belllo que es el acto sexual entre mujeres. yo soy lesbiana y me encanto la pelicula es una autentica obra de arte.. y las tomas de sexo no son pornograficas.. es la mejor pelicula que se ha echo desde que existe el cine erotico y lesmovie.
    aca en mexico estan tan cerrados a que se muestren relaciones asi en la tv que nunca se mencionan en ninguna mierdonovela, ni pelicula como alla en francia..
    si no por nada le debemos tanto a la cultura Francesa.. haa y espero que continue con la tercera parte que seria cuando regresan juntas y finalmente muere de un paro al corazon adele (clementine)
    VIVA LA FRANCE

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  8. Estoy completamente de acuerdo con Paula. Es pornografía. Yo soy hetero pero completamente social con las inclinaciones sexuales del resto de las personas. Da igual que fueran dos mujeres, dos hombres, o uno de cada. Si el director quisiera hacer arte sutil y mostrarnos una historia de amor de una forma elegante, seria y digna, bastaría con un par de minutitos como mucho en los que, con una luz tenue, poco más viésemos que los gestos de sus caras y alguna imagen de la silueta de sus cuerpos. Todos sabemos lo que es sentir una pasión romántica así con otra persona. Y tambien sabemos que, cuando hay amor de por medio, el sexo deja de ser un acto frivolo y sucio y se convierte en otra cosa.

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    • Efectivamente, así es. Yo creo sinceramente que Kechiche no quiso desarrollar con la misma extensión y profundidad ningún otro tema más que el sexual, disfrazando tal cantidad exagerada de escenas pornográficas bajo tres horas de “cine” y “arte”. El director parece que sólo se dirige a un público específico para que alabe su obra. Podía haber hecho una verdadera maravilla, pero se dejó cegar por el sexo y resulta descarada y ofensiva la intención comercial de esta película. Precisamente creo que el director se vio obligado a incluir esos 10 minutos de sexo lésbico explícito porque si no nadie iría a ver una película de 3 horas, tan lenta, tan densa y tan poco comercial en todos los demás sentidos. De ahí tanta indignación justificada con ella, porque el director se ha aprovechado de algo que sabe que crea morbo como el sexo lésbico y lo ha pervertido hasta niveles pornográficos para luego venderlo como “arte” y hacerse el tonto diciendo que no, que lo importante no es que la relación sea entre dos mujeres cuando precisamente si no estuviera protagonizada por dos chicas la historia habría pasado completamente desapercibida para el público y la crítica…

      Es fácil hacer la prueba: si Kechiche hubiera dirigido “Brokeback Mountain” o una historia de amor con dos hombres como protagonistas, ni de coña se habría recreado tanto. Es por este cúmulo de circunstancias por el que las lesbianas nos sentimos tan ofendidas: se nos reduce siempre a lo mismo, al mismo papel de objetos destinados a dar placer o morbo a la audiencia… Es curioso que las mayores alabanzas procedan, justamente, de hombres heterosexuales; las mujeres, heteros o lesbianas, la ponen bastante peor y son mucho más críticas. Será quizá porque la cosificación sexual de la mujer es algo tan enquistado en nuestra sociedad, en todos los ámbitos, lo tenemos tan admitido, que ni se permite darle la vuelta cuando alguien lo cuestiona (y entonces, de hacerlo, se nos tacha de histéricas, mojigatas o estrechas de mente, como si confundiéramos “abiertos de mente” con “necesidad de mostrar sexo explícito”) y, como siempre, se visibiliza a las lesbianas sólo para la consecución del placer masculino; se las muestra como objetos sexuales en la pantalla con la hipócrita excusa de que es necesario ver esas escenas pornográficas para entender la vida de la protagonista. Y así, la vida de Adèle se queda reducida a “La vida sexual de Adèle”. Una película fácil, vulgar, pornográfica, con todo lo que podía haber dado de sí (no se dedica apenas atención a la lucha interior de la protagonista, a los conflictos con sus padres y amigas ni la solución a los mismos, no se incide en la necesidad de una mayor visibilización y normalización, etc.)… Es verdaderamente una lástima.

      En relación con esto, mi principal motivo de queja y frustración con esta película (que por muchos motivos me resulta un compendio de tópicos facilones sobre la homosexualidad con un guión naïf e inocentón en exceso que camufla sus carencias bajo toneladas de sexo explícito absolutamente injustificado y que denota una visión masculina obvia) es la escena suprimida en el montaje final de los padres de Adèle echándola de casa cuando la pillan en la cama con Emma, que en el cómic marca un punto de inflexión importantísimo en la vida de la protagonista y así debería haber sido igualmente en la película para entender mejor su desamparo y su soledad. Esta escena sí que es vital para la trama y no la de las tijeras, por ejemplo, a la que se dedica una atención que roza el ridículo. ¿Por qué se suprimió entonces? ¿Para darle más minutos al sexo? ¿Es que no eran suficientes? Resulta incomprensible. Si alguien sabe darme una explicación a esto se lo agradecería, porque yo no la encuentro y me da mucha rabia que se haya eliminado una escena tan importante.

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  9. Sinceramente, para que se hagan películas lésbicas como ésta prefiero que no se haga ninguna… porque mucho decir que visibilizan y normalizan pero parece que nadie ve que en realidad estamos en lo de siempre: las relaciones entre mujeres se convierten en objetos de morbo masculino y en escenitas degradantes de tetas y coños antes que en cualquier otra cosa, y eso es más un retroceso que un avance.
    Soy lesbiana y estoy muy harta de escuchar tantas alabanzas absurdas a esta película que no es más que el desahogo pornográfico de las obsesiones de un director déspota. Fui a verla ilusionadísima porque el cómic me había encantado y tenía las esperanzas de encontrarme con algo igual de bueno o quizá mejor, pero no puedo expresar mi sorpresa al encontrarme tamaña basura… Quince minutos de porno lésbico completamente gratuito e injustificado que ensucian el resto del metraje y actúan a modo de llamada de atención desesperada (así como llamada a la recaudación, a la audiencia y a la crítica masculina) para disculpar tres horas insustanciales, desaprovechadas y vacías, con lo que podía haber dado de sí una temática inicial tan fantástica. El director sólo se preocupó de rodar tijeras y cunnilingus, no hay rastro de la profundidad de la novela gráfica, de su estética cautivante, de su buen gusto, de su sensibilidad, de su despliegue en cuanto a temas y motivos… sólo sexo explícito, poses ridículas y morbo facilón para arrastrar a la gente a verla y convertirla en vouyers.
    Sin esas largas escenas de sexo la película habría ganado en dignidad y fuerza, precisamente es contraproducente a su causa este excesivo regodeo. En lugar de estas escenas (o de gran parte de ellas) se podría haber aprovechado metraje e incluir, por ejemplo, una escena de ataque homófobo de los que están tan tristemente vigentes en Francia u otros países europeos, eso sí contribuiría a una mayor sensibilización del público y no una escena como la de las tijeras con la que la película cae en el ridículo, se descalifica a sí misma y le da la razón a quienes afirman que es pornografía mostrada sólo con el propósito de excitar. ¿Cuál es la intención si no de regodearse de tal manera? ¿Si no vemos ocho orgasmos no entendemos la pasión entre ambas protagonistas? ¿O la “necesidad” de meter estos quince minutos de sexo salvaje era porque si no nadie aguantaría tres horas soporíferas viendo a una actriz con cara de empanada?
    Me pregunto cómo es posible que nadie (o muy pocos) vean lo que es en realidad esta película: una fantasía pornográfica de un director heterosexual, basándose en un juicio apriorístico de cómo follan dos lesbianas que no es más que su propio deseo puesto en imágenes (y además tiránicamente, en plan “vosotras tocaos hasta la extenuación que yo filmo mientras babeo). De haber sido dos hombres los protagonistas (o un hombre y una mujer), el director jamás se habría recreado así en una escena sexual entre ellos y la película no habría sido tan brillante para los críticos. Si la pareja hubiera sido heterosexual y si el sexo, aunque realista, hubiera sido tratado de manera más sutil, de esta película ni se habla. Y mucho menos se la premia. Pero claro, a los críticos heterosexuales les ha gustado mucho y por eso ganó Cannes…
    Por eso, lo que me escama de todo esto (aparte de que me es imposible simpatizar con un señor que ha hecho que sus actrices se sientan poco menos que abusadas…) es que el director ha reducido una historia compleja sobre el amor, la amistad, la intimidad… en una larguísima escena de sexo hecha desde el punto de vista de un observador masculino y heterosexual (qué sorpresa) que reduce a las lesbianas y a las mujeres en general en objetos hipersexualizados cuyas prácticas sexuales son y deben ser aquellas que despiertan los deseos de este público en particular. Como siempre, se reduce a las mujeres (lesbianas o no) a lo mismo. Objetos. Objetos con los que vender, comerciar, excitar… objetos masturbatorios y poco más.
    Esta película no hace ningún favor a la causa homosexual, más bien todo lo contrario.

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  10. pelicula interesante, nunca me imagine que las escenas de sexo fueran tan constantes y sobre todo que durara mucho. pero me encanto y vaya que la pelicula muestra un amor casi mostrado como lo viven personas comunes mejor llamadas heterosexuales, como las chicas muestran ese amor ese cariño pasional y la vida de una joven que se ve como si creciera como la yerba. muy buenisima peli.

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