Festival de Cine de Morelia 2013-5

1

Festival de Cine de Morelia 2013-5
De mujeres
Por Erick Estrada (enviado)
Cinegarage

Guten Tag Ramón es en realidad una comedia pero debajo de su simplísima historia hay más mensajes de los que se detectan en un primer acercamiento. Eso sí, algunos de esos mensajes saben un poco sensibleros. Los restantes sacan a flote a la película completa con un tema que además resulta muy pertinente en nuestros días.

Jorge Ramírez Suárez inventa al Ramón del título como una especie de bracero frustrado que ha intentado llegar a Estados Unidos demasiadas veces como para hacerlo una más. En lugar de ello decide tomar el consejo y los contactos de un amigo para volar a Alemania, un país en el que “no hay migra”.

A partir de ahí Ramírez Suárez deja que Ramón explore el pequeño pueblo en el que cae pero le pone la cosa difícil. La barrera del idioma es su principal obstáculo casi imposible de sortear y ahí es que la película se vuelve interesante: este migrante sin papeles tiene que sobrevivir sin hablar, en una especie de metáfora que nos deja clarísimo que esos trabajadores ignorados carecen de voz pero no de humanidad. Y es que precisamente la humanidad de los personajes termina por establecer su comunicación.

En un experimento realmente arriesgado, Guten Tag Ramón debió haber carecido de subtítulos para prohibirnos entender los diálogos en alemán e igualarnos con el personaje central en el desconocimiento total del idioma y las desventajas de ello. Ramírez Suárez opta por una ruta más suave y construye una comedia cálida y reconfortante que a pesar de todo retrata muy bien la situación de los sin papeles, muchas de sus carencias y que se aleja cuanto puede de finales estereotípicos.

No extraña por eso que las pláticas después de su presentación en el Festival de Morelia estuvieran adornadas de sonrisas.

El día siguiente arrancó con otra buena propuesta mexicana, pero esa sí en competencia por el premio del Festival.

Los insólitos peces gato de Claudia Sainte-Luce recoge de nuevo a una familia mexicana sin figura paterna solamente pare dejarnos ver cómo se desenvuelven una madre y sus cuatro hijos dentro de su propia casa. Para ello Sainte-Luce provoca que su personaje central, Claudia, una chica de la que detectamos (sobre)vive sola, conozca a la madre en cuestión en un hospital. Claudia sufre apendicitis y termina en la cama de al lado de esta mujer rodeada de cuatro extravagantes personas, todas diferentes, que terminan por ser sus hijos.

De manera extraña y casi surrealista Claudia termina días después sentada en la mesa de esta familia de clase media mexicana y en un plano secuencia que nos presenta rostros y maneras, voces y costumbres, Sainte-Luce provoca que sea absorbida visualemente en ese ambiente, anticipándonos que eso ocurrirá en realidad en un futuro muy cercano. La promesa se cumple y Claudia termina conviviendo con estos extraños seres por razones tan inexplicables como la enfermedad que tenía hospitalizada a la jefa de familia.

Si bien la película podría resolver su planteamiento en menos tiempo, el que se toman para que los misterios se desvelen (entre ellos el de la rara enfermedad) dota a la película de mucho poder y ritmo, todo cimentado en una fotografía vaporosa y sólida a la vez, sin demasiados desplantes que enrarecerían la ya de por sí inexplicable situación de los personajes.

Los insólitos peces gato se transforma desde esos momentos en un diálogo de soledades que los personajes establecen en espera de la explosión de un dolor final que, para que resulte menos dañino, todos quieren (porque deben) compartirlo.

Claudia es quien provoca que muchas emociones y varias pláticas (que no sabemos por qué permanecían escondidos) salgan a la luz, que la comunicación de esta extraña familia se dirija a ella en busca, también, de aglutinar lo que hemos visto corre el peligro de derrumbarse.

El pistoletazo final viene cuando en unas pequeñas vacaciones en el mar la madre enferma deja ver que tiene asumida su condición cuando se nota extremadamente tranquila flotando en el mar mientras Claudia, inexperta, atosigada por sus nuevos “hermanos”, tiembla ante la posibilidad de ahogarse a pesar de estar parada en la orilla.

Cierto, hay guiños al “estilo indie” del cine americano (el coche amarillo nos conecta con Little Miss Sunshine -EUA, 2006- y la gran secuencia final tiene extraños tintes a la Wes Anderson), pero la película cuenta con personalidad fuerte propia y con una forma que la entrega sin rodeos ni complicaciones, muy directamente… quizá demasiado.
Luego llegó el turno de Michel Gondry, de quien se proyecta Amor índigo (o Indigo Mood) en el Festival. Es en realidad una vuelta a sus pesadillas más luminosas acomodadas todas en la ligerísima historia en la que una mujer padece de “crecimiento floral en los pulmones”. Déjenme ser cruel. Cuando en Garganta profunda (EUA, 1972) se descubre que la protagonista padece de “clítoris en la garganta”, Gerard Damino construye una de las películas más frescas y divertidas en la historia del cine en sólamente 60 minutos, pornografía de la buena, humor corrosivo y gratamente decadente. Con la enfermedad de su personaje central, Gondry necesita más de dos horas para construir un universo en el que estaremos forzados a nadar entre imágenes grotescamente coloridas: pornografía de la mala.

Regresan los esqueletos de nuestra vida diaria en el imaginario de Gondry, esos extraños aparatos que emulan licuadoras, teléfonos y máquinas de coser, solamente que acomodados de tal forma que lo que en La ciencia del sueño (Francia-Italia, 2006) eran incómodas viñetas de ambientación y de descripción de los sentimientos de los personajes, aquí se transforman en circenses pesadillas, en monstruosos dulces que vuelan y camina y hablan, en máquinas de todos los días montadas en una improbabilidad tan descomunal y desbocada (aún entendiendo que se trata de la creación de un universo nuevo) que lo que al incio de la película es incomodidad hacia la mitad se ha transformado ya en punzadas de haces de luz a lo ojos.

El hecho de pensar en la igualmente disparatada pero visualmente contenida Be Kind Rewind (subvalorada desde mi punto de vista) como un salvavidas, puede darle una idea a los detractores de Gondry de lo premeditadamente desbordado de Amor índigo; a sus amantes les dirá desde ahora que si buscan una sobredosis de Ácido Gondry ésta película es su mejor opción.

El descanso llegó con un documental bastante minimalista pero no por ello visualmente poco atractivo. La cita era con Mariposas en el hierro de Bertha Gaztelumendi, película enfocada a reflexionar alrededor de las violencias (la sexual, la doméstica, la social, la institucional) que sufren las mujeres (en el caso particular de Euzkadi) y la respuesta que han dado: creación de instituciones de apoyo, difusión de información, promoción de la tolerancia y apoyo social.

Con el formato tradicional del documental que coloca al entrevistado en una silla frente a la cámara, Gaztelumendi supo aprovechar varios colores, texturas y ambientes del País Vasco para usarlos como un ciclorama vivo en sus entrevistas. Lo que resulta de eso es un trabajo doloroso en las narraciones de los casos, poderoso en la respuesta de estas mujeres: quieren responder a las violencias con la creación de varias paces, pero quieren hacerlo con paces activas, que se olviden de monumentos y que muevan a la acción y anulen la venganza.

Detrás, esos extraños paisajes encerrados en las espaldas de los entrevistados y en un fuera de foco que multiplica las texturas. Indispensable especialmente ahora que muchos piensan que la violencia de género está bajo control.

Para continuar con el tema resutaba obligado revisar Con la pata quebrada, un documental del investigador y realizador Diego Galán que dibuja una línea de tiempo visual en la que vemos los distintos tratamientos que el cine español le ha dado a la figura femenina, a la mujer, a las mujeres, desde las cintas de los años 30 hasta más o menos 2010.

Si tomamos en cuenta que esa línea de tiempo corre desde la creación de la República Española, pasa por el doloroso periodo franquista, atraviesa la era del destape, la democracia y la nueva Constitución Española y llega al siglo XXI, podemos imaginar que la idea de las mujeres en la sociedad de ese país (reflejada necesariamente por el cine) ha cambiado, mucho y para bien.

Pues bien, el documental no solamente hace ese repaso, une escenas de más de 180 películas, deja clara la prehistoria mental (universal) con respecto a lo que de las mujeres se piensa, pone acento en el cavernícola razonamiento de la era franquista, muestra después cierta apertura en los años recientes y hasta planta esperanza en los años que vienen.

Sin embargo mostrando también a Lola Flores y Sara Montiel personificando a monjas en el cine de Franco para luego convertirse en mujeres más liberadas y convertidas en tentación durante la apertura; dejando el dato de que la actriz sueca Elke Sommer fue la primera mujer en aparecer en bikini en el cine español (la película es Bahía de Palma de 1962 y llegando a la película BLOG, toda una sensación en el cine español en 2010 y que replantea en su grupo de adolescentes los derechos y la individualidad de las mujeres en una película ligera y activa; usando todo ello y hablando en un tono relajado y divertido, Galán también dice sin regaños que a pesar de lo que se ha ganado falta todavía mucho por hacer.

Yo estoy completamente de acuerdo.

Mañana hablaremos de Ken Loach y su estupendo documental The Spirit of ’45 de Ken Loach, más películas mexicanas en competencia y de Alejandro Jodorowski y su nueva película, La danza de la realidad.

Comment (1)

  1. Es fácil hablar de la “creación” ácida de Gondry sin documentarte. Ese mundo que Gondr´y pantea es realmente creación de Boris Vian y su novela “La espuma de los días”.
    Demasiadas opiniones y una perspectiva real poco clara. Hacer una crítica no es expresar tu opinión.

    Reply

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *