El padrino, crítica

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El padrino
Dios y el Diablo de la mano
Por Erick Estrada
Cinegarage

Una sola secuencia vale para darle autoridad a una película que cumple 40 años y que se re estrena por esa causa: El padrino, de Francis Ford Coppola, un regreso al cine negro tan americano y cierto en su señalamiento: buena parte de la sociedad americana surge en el siglo XX gracias a la combinación de crimen y legalidad engendrada por los nuevos vampiros que eran los gánsters, villanos y criminales que consiguen el american dream sin respetar ni una sola de las reglas del american way. La contradicción que engendra dioses.

Una sola secuencia deja plasmada la idea que Mario Puzo comunicó a Coppola, la del Padrino todopoderoso sabedor de que sus días terminan y conciente de que debe encontrar sustituto; la del canibalismo familiar manifiesto en esa lucha inconsciente por plantarse la corona del padre; la del héroe que se deshace de la figura del líder sabiendo que otras familias quieren lo mismo pero son incapaces de hacerlo. Y sin embargo, ese héroe que se quedará con la corona sabe también que lo quiera o no, derramará sangre de su Familia (con mayúscula). Puzo tenía la pregunta, ¿cuál de todos los herederos será quien lo consiga?, seguida de una reflexión tétrica: ¿lo hará de manera voluntaria?

Eso es El padrino, la odisea del ascenso de una nueva cabeza, la sangre derramada, las sombras del cine negro tradicional transportadas a la oscuridad desalmada de estos criminales bonachones, el sacrificio de la Ley del Hombre a los pies del trono de la Ley Universal, el héroe que derroca al pater original y la desgracia que acompaña a ese hecho.

Una sola secuencia deja clara la idea y la forma usando al montaje como pocas veces se ha hecho, pulcra, dedicada, diabólicamente. La secuencia del bautizo y la voz del sacerdote que exorciza al demonio de la familia mientras ese héroe involuntario asume la tragedia de su destino, una que lo perseguirá a lo largo de su vida (y de dos películas más): convertirse en el nuevo Padrino sin otra opción, bañado en la sangre del pecado mortal mientras su sobrino bañado en agua bendita recibe el perdón del pecado original; la ceremonia de la llegada de una nueva alma mientras este futuro poseedor de la corona cobra venganza de los que desearon la muerte del pater y dejaron que fuera él quien cargara con todo; la cámara que se mueve de toma en toma al ritmo de la guadaña y que repite los movimientos del sacedote en los movimientos de los sicarios del nuevo Padrino; la “renuncia a Satán y a todas sus tentaciones” mientras hace que la muerte se pasee entre sus enemigos y futuros gobernados; la música que de celestial se transforma en malévola y la sangre derramada que servirá para teñir la capar del Padrino; Dios y el Diablo tomados de la mano.

Y encima la certeza de que todo, el baño de sangre, la venganza, el poder y su violenta carga apenas han llegado. Esto no ha hecho otra cosa que comenzar. Es una tragedia. Sólo una secuencia.

El Padrino
(The Godfather, EUA, 1972)
Dirige: Francis Ford Coppola
Actúan: Marlon Brando, Al Pacino, James Caan, Robert Duvall, Diane Keaton
Guión: Mario Puzo, Francis Ford Coppola
Fotografía: Gordon Willis
Duracion: 175 min.

Comments (8)

  1. Muy buena crítica, muy acertada, acorde y justa con esa obra clásica del cine interpretada magistralmente por tan excelente reparto y dirigida por la genialidad de Coppola.
    Definitivamente una serie de películas que bien vale la pena volver a ver.
    “Recordar es vivir dos veces”.

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  2. Una de mis más grandes fallas como “cinéfilo”: Nunca he visto “El Padrino”. He leído que las actuaciones de Marlon Brando y de Al Pacino son apotéosicas.

    Ahora que está en cines de nuevo, no dejaré pasar la oportunidad de verla.

    Reply

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