Memoria de mis putas tristes, crítica

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Memoria de mis putas tristes
Poca memoria, pocas putas, mucha tisteza
Por Erick Estrada
Cinegarage

Salvo por un par de honrosas excepciones nunca he visto una buena película surgida de historias de Gabriel García Márquez. De todas las películas que han surgido de su narrativa, ninguna ha resultado completamente satisfactoria. Jamás hemos tenido una película sólida o consistente en términos cinematográficos. Siempre que de García Márquez en el cine se trata, una maldición aterriza en los proyectos: resultan cojos, contra hechos o desnivelados, unos en mayor medida, pero todos malditos.

Desgraciadamente Memorias de mis putas tristes no rompe la cadena.  Apenas arranca la cinta más reciente de Henning Carlsen la probabilidad de la maldición fáustica de su premisa (o su encanto) se estrella con el enamoramiento de los diálogos de García Márquez (escritos para ser leídos y no para ser actuados). Este hombre de 90 años que ve el final de sus días y a pesar de ello se enamora de una mujer de apenas 20, es despojado de la maldición del tiempo por esa extraña fascinación que lleva intactas las letras del escritor a la pantalla, y que consigue por falta de valor (esos diálogos NO son para cine) acartonar el tono, igual que sus películas hermanas.

Con una torpeza inaudita para desenmarañar los paseos en el tiempo de una novela, la cinta nos ubica primero en una isla en los años 60 para después olvidarse de ella y marearnos a traves de elpisis perezosas y desencantadas, en un pasado en el que rebotamos sin saber hacia dónde vamos. Son las memorias de un hombre senil, claro, pero a fuerza de verlas armadas en un discurso tan disperso (que evidencia problemas en la producción), parecen también los ensueños de un anciano transportado a su lado infatil y demente. Estas memorias, como sea que se retraten, necesitaban un eje transportador y la cinta es incapaz de proporcionarlo. ¿Dónde quedó en este guión la pluma de Jean-Claude Carrière, co responsable nada menos que de El discreto encanto de la burguesía (Le charme discret de la burgeoisie, Francia-Italia-España, 1972)?

El resultado es lo contrario a las tierras fantasmales de Rulfo (que harían más justicia a la historia y a las que prefiero en literatura antes que las que dibuja García Márquez), encuadres adornados forzadamente con focos difuminados que terminan por vaciar el discurso de sus planos. Entre tantas telas y luces, en medio de la senilidad o el infantilismo, la cinta se queda vacía en lo visual.

El humor que a veces se asoma entre sus personajes queda sofocado en ese enamoramiento de los textos del escritor, que suenan pomposamente fallidos, negándonos por distracción la posibilidad de reunir todas las piezas. Y al final, las memorias se van, las putas desaparecen y lo triste de una pantalla llena falsamente de “realismo mágico” (¿de verdad seguimos ahí?) es lo único que permanece.

Memoria de mis putas tristes
(México-España-Dinamarca-EUA, 2012)
Dirige: Henning Carlsen
Actúan: Geraldine Chaplin, Ángela Molina, Emilio Echevarría, Alejandra Barros
Guión: Jean-Claude Carrière, Henning Carlsen
Fotografía: Alejandro Martínez
Duración: 90 min.

Comments (2)

  1. Hasta apenas lei la critica, concuerdo en que no es de sus mejores adaptaciones,puesto que es cierto,las historias de garcia marquez,al igual que cualquier libro que se tache de ser bueno,no es facil adaptarlo al cine puesto que JAMAS nos complacera al 100%.

    Pero yo vi la peli y lei el libro(primero fue el libro y años despues la peli) y no me parecio tan taaaan mala,si obvio queda en intento porque soy fan de este escritor y muchos mas,pero pues al final trata de plasmar las ideas escritas,no es para todos eso si,pero no es tan despreciable como otras obras que han llevado al cine y han resultado nefastas

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