Viaje a la Luna, Distrital 2012

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Viaje a la Luna
Montados en aire
Por Erick Estrada
Cinegarage

Hablar de Mélliès después de la maravilla que entregó Martin Scorsese con Hugo sería redundante. Hablar del trabajo de restauración, de su importancia y trascendencia después de ver por segunda vez Hugo de Martin Scorsese se parecería a un regaño. Por ello, ver de nuevo El viaje a la Luna, quizá la obra más famosa de Georges Mélliès es ahora un ejercicio artístico obligado, la oportunidad de cerrar el círculo, entrar por una puerta que desde hace mucho había permanecido cerrada a la ciencia ficción, que hoy está de luto por la muerte de Ray Bradbury, uno de sus principales autores.

Distrital este año como nunca presenta esta oportunidad, abre esa puerta y adorna con colores y copia restaurada el luto del género, a pesar de que la historia que recrea Mélliès salió de la creatividad de Julio Verne. ¿Con colores? Sí, la copia que presenta Distrital -de lo que es sin duda la primera película de ciencia fcción de la historia- es una restaurada con maestría y paciencia y pertenece al selecto grupo de copias que fueron coloreadas a mano por Mélliès y su equipo, un prodigio de dedicación y paciencia siempre al servicio de su historia, que estaba siempre (en el caso de este director francés) al servicio del espectador.

Recreen la inocencia, la creatividad, la elaboración de maquetas y disfraces, la condensación de la historia, el lenguaje cinematográfico incipiente, que gatea para contar la historia de los hombres contra los selenitas, todo musicalizado, por si fuera poco, por Air. Música electrónica del siglo XXI para la primera película de ciencia ficción de la historia. Así son estos cuentos, eternos y actuales, por siempre jamás.

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